Domingo VI del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
B
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 11 Febrero 2024
Que tu palabra nos mueva a buscar siempre caminos de respuesta

Señor Jesús, la súplica confiada del leproso
encuentra en ti una respuesta admirable:
«¡Quiero, queda limpio!»
Y en esas palabras vemos la expresión
de la voluntad de Dios para cada persona
y nos preguntamos qué podemos hacer
para que la voluntad de Dios se realice ahora.

¿Qué podemos hacer para que en el mundo
no haya inocentes muriendo cada día,
ancianos o enfermos atendidos con deficiencia,
poderosos oprimiendo a los frágiles y pobres?

Por eso te pedimos, Señor Jesús,
que tu palabra y tu ejemplo nos muevan
a buscar siempre caminos de respuesta;
que la oración nos haga compasivos
y comprometidos ante el sufrimiento.

Tú mismo, Señor Jesús, no pudiste atender
a todos ni resolver todos los conflictos,
pero sí abriste caminos e indicaste
hacia dónde y cómo debemos caminar
si queremos ser fieles
al proyecto salvador de Dios.

Que no tengamos miedo
de perder la tranquilidad
para dedicarnos a servir
a quién está necesitado;
que los que vivimos de manera confortable
nos demos cuenta de que perdemos
la dignidad humana y cristiana
cuando provocamos el sufrimiento de los demás
o asistimos indiferentes
a tantas situaciones de violencia
y de falta de amor.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Hacemos el bien en tu Nombre

Señor, curando al leproso
nos recuerdas que nos amas
con nuestros defectos y contradicciones.
Queremos ser cada vez mejores
pero no somos una iglesia de intachables.
Hacemos el bien en tu Nombre.

Señor, nuestra sociedad tiene lepras sociales
que impiden llevar una vida normal
a quien las tiene.
Danos valor y creatividad
para ayudar a encontrar trabajo
a quien no lo tiene
y a saber integrar
a quienes vienen de fuera.

Señor, curaste al leproso
y lo hiciste acercándote a él y tocándolo.
Que nuestro servicio sea sincero
y no temamos el qué dirán.

Danos, Señor, un corazón sensible
y capaz de compadecerse de los que sufren.
que encuentren en nosotros
el amor que tú les tienes. 

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
El Señor nos llama a la «compasión»

Aislar en caso de epidemias
es lo que se hace y se ha hecho siempre.
El sistema funciona en caso
de epidemias contra la salud pública,
pero deja bastante que desear
en caso de las epidemias del espíritu.

La lepra espiritual corroe igual que ho hacía la lepra
y es extremadamente contagiosa.
Jesús cura al leproso porque siente «compasión» por él.
Y el enfermo siente que alguien le mira y le trata como persona.

Ante las lepras de nuestra sociedad:
sida, drogas, pornografía i tantas otras,
el Señor nos llama a la «compasión» activa.
Tal vez no podamos hacer nada personalmente,
pero sí podemos apoyar
a las personas que en la Iglesia y fuera de ella
dan la vida para que estas personas
puedan reinsertarse en la sociedad.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Saber mirar al otro

Jesús,
tu manera de actuar me enseña
como debería ayudar a los demás.

Cuando un enfermo se te acercaba
y te pedía que le librases del mal,
tú mirabas con realismo sus necesidades
y, con sencillez y sin llamar la atención,
le curabas de su mal y le pedías
que se integrara al máximo en la vida social.

Nunca buscabas tu interés ni el prestigio.

Hoy, te quiero pedir que me ayudes
a hacer el bien con generosidad y discreción
siempre que los otros tengan necesidad de mi.

Que no busque nunca
mi provecho personal
y que huya de las actitudes de orgullo
y superioridad.

Libérame de la indiferencia y de la pereza
cuando se trate de ayudar a algún hermano necesitado.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Ser fieles al proyecto salvador de Dios

Señor Jesús, la súplica confiada del leproso
encuentra en ti una respuesta admirable:
¡“Quiero, queda limpio”!

Y en esas palabras vemos la expresión
de la voluntad de Dios para cada persona
y nos preguntamos qué podemos hacer
para que la voluntad de Dios se realice ahora.

¿Qué podemos hacer para que en el mundo
no haya inocentes muriendo cada día,
ancianos o enfermos atendidos con deficiencia,
poderosos oprimiendo a los frágiles y pobres?

Por eso te pedimos, Señor Jesús,
que tu palabra y tu ejemplo
nos muevan a buscar siempre caminos de respuesta;
que la oración nos haga compasivos
y comprometidos ante el sufrimiento.

Tú mismo, Señor Jesús, no pudiste atender a todos
ni resolver todos los conflictos,
pero sí abriste caminos
e indicaste hacia dónde y cómo debemos caminar
si queremos ser fieles al proyecto salvador de Dios.

Que no tengamos miedo de perder la tranquilidad
para dedicarnos a servir a quien está necesitado;
que los que vivimos de manera confortable
nos demos cuenta de que perdemos
la dignidad humana y cristiana
cuando provocamos el sufrimiento de los demás
o asistimos indiferentes
a tantas situaciones de violencia y de falta de amor.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Danos un corazón pacífico y siempre abierto al diálogo

Algunos políticos
hacen de la desobediencia una virtud,
otros hacen del cumplimiento de la ley
un valor absoluto e irrenunciable.

Jesús, tú nos dices que la ley suprema
es el mandamiento del amor,
y por esto transgrediste normas
y te complicaste la vida,
cada vez más, hasta la muerte en cruz.

Tu desobediencia dio fruto
y nos impele a desobedecer
tantas leyes injustas que todavía hoy
discriminan y descartan a personas
y justifican legalmente
comportamientos claramente inmorales
hacia los leprosos y marginados de hoy.

Pero no fuiste un provocador,
como lo era tu discípulo Pablo.
No buscabas el enfrentamiento
sino la conversión de los corazones.

En la lucha por cambiar
tantas situaciones injustas que perduran,
danos un corazón pacífico
y siempre abierto al diálogo.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Gracias porque el Espíritu de Jesús sigue vivo en la Iglesia

Gracias, Señor, por hacerte presente
en los momentos de dolor y de angustia
vividos durante la pandemia.

Siguiendo el ejemplo de tu Hijo,
médicos, personal sanitario,
cuidadores, educadores,
sacerdotes, voluntarios,
religiosos y religiosas
han arriesgado su vida,
algunos hasta el extremo de entregarla,
para transmitir tu compasión
a cada uno de los enfermos.
Creyentes o no,
su preocupación por los demás
es un signo vivo de tu Misericordia.

Las normas sociales nos ayudan a convivir y a protegernos,
pero hay que ir más allá
y atender a los excluidos de un sistema
demasiado injusto.

Gracias por todas aquellas personas
que creen que tu Amor
es más fuerte que la muerte
y se preocupan por el bienestar de los demás
antes que por el propio.

Gracias porque el Espíritu de Jesús
sigue vivo en la Iglesia
y la empuja a acercarse a los leprosos de nuestros tiempos
para llevarles la Buena Nueva de tu amor.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret