Señor, gracias porque,
desde antes de la creación del mundo,
has querido tener una relación personal
con cada uno de nosotros.
Has querido pactar,
crear un vínculo,
promover una amistad.
Tú quieres ser nuestro Dios,
nuestro Padre,
nuestro protector,
aquel que nos da la vida.
Pero, como no podría ser de otra manera,
es necesario que nosotros correspondamos a tu amor,
no solo con el cumplimiento de normas,
sino, sobre todo, con un corazón enamorado de Ti.
Se nos hace difícil amar a quien no hemos visto,
por eso ha venido tu Hijo.
Nos ha hablado de Ti
y nos ha mostrado tu gloria,
pero, para mostrarnos hasta qué punto nos amas,
ha abierto sus brazos en la cruz
y nos ha mostrado tu corazón.
Que esta experiencia transforme nuestro ser
para que, empapados de tu amor,
sepamos amar de verdad,
tal como Tú has hecho con nosotros.