Señor, queremos acogerte en nuestras vidas,
aunque a menudo solo te esperamos
si nos traes buenas noticias,
si nos invitas a celebrar victorias
sin tener que pasar por ningún combate.
En cambio, Tú sí que eres portador de una Buena Nueva,
una gran noticia:
Tú sales victorioso incluso de la mayor derrota.
Quisiéramos encontrar un atajo
que nos ahorrara tener que pasar
por los momentos más duros de la vida.
Quisiéramos esquivar los problemas,
rehuir las preocupaciones,
ahorrarnos tener que sufrir.
En cambio, tú, con tu vida,
nos muestras un camino difícil, el de la Cruz,
pero que, de tu mano,
se convierte en un camino de luz.
Eludir las dificultades no es ninguna victoria;
afrontarlas con coraje y sin desfallecer
nos transforma interiormente y nos fortalece.
Que no nos dejemos seducir por los cantos de sirenas,
por la algarabía festiva vacía de contenido,
y que hallemos en tu Cruz
el faro que nos guía
en medio de las tinieblas de la vida.