Somos llamados a liberarnos
de todo aquello que nos esclaviza:
el consumismo, la superficialidad,
la indiferencia, las falsas apariencias
que nos hacen perder nuestra identidad.
Somos llamados a ser luz de verdad
más allá de las luces cegadoras
de espectáculos y escaparates
que distorsionan nuestra mirada
y deforman la realidad
haciéndonos caminar torpemente
como si lo hiciéramos a oscuras.
Somos llamados a no excluir a nadie
y no dejar atrás a los pequeños,
a los pobres, a los que sufren,
No olvidarlos, no convertirlos en una estadística
ni reducirlos a una breve mención
en las redes sociales.
Que no nos escudemos en falsas modestias
ni escuchemos las voces
que pretenden hacernos creer
que es poco lo que podemos hacer.
Que no temamos preguntarnos
cuál es nuestra misión en este mundo,
cuál es el compromiso personal
que tenemos que llevar a cabo.
Que no nos dejemos agobiar
por el ritmo acelerado de la vida,
por las prisas impuestas
que nos impiden ver nuestra vida
en su verdadero sentido y profundidad.
Todos somos cuerpo, todos somos miembros.
Todos somos hermanos.
Ayúdanos, Señor,
a descubrir nuestro don-carisma,
para que lo hagamos crecer
y lo pongamos al servicio de los demás
y así, entre todos, hagamos del hoy
un tiempo de gracia.