Señor, que no te dejemos pasar de largo
por el camino de nuestra vida.
Que las distracciones, las ocupaciones,
nuestra corta mirada por las cosas inmediatas,
no apaguen nunca nuestro deseo de verte,
de salir a tu encuentro;
de buscarte, parar, levantar los ojos
y hacer posible el encuentro.
Gracias porque quien se encuentra contigo,
no permanece igual.
Bien sabemos que hay miradas
que cambian la vida,
y todos, de una u otra manera,
somos hijos de las miradas que hemos recibido.
Gracias, Señor, por todos los nombres y rostros
que, por tu voluntad,
se han cruzado o hacen ruta con nosotros
y nos son testigo de tu presencia.
Gracias, Señor, porque tú mismo
nos animas a buscar, llamar, insistir…
Verbos que nos mueven
a no permanecer a la espera pasiva,
sino en acción, en clave de salvación.
Aumenta en nosotros
la audacia de salir en clave de investigación
en las experiencias cotidianas
del día a día.