Domingo XXXII del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
C
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 6 Noviembre 2022
Tú, Señor, eres el Dios de la vida

Gracias, Señor, por regalarnos
la vida como un valor absoluto,
siempre personal.
La muerte no agota tu cariño,
porque tu fidelidad nos acompaña
por encima del tiempo y el espacio.
Gracias porque tu amor
creador de vida
es más fuerte que la muerte.

Gracias porque siempre estás a nuestro lado
presente en nuestra historia,
cercano y amándonos individualmente,
tal como somos, únicos a tus ojos.

Gracias porque nos llamas a disfrutar de la vida,
y compartir la plenitud de tu presencia,
porque nosotros también estamos hechos
para la vida y no para la muerte.

Concédenos una fe firme,
una esperanza cierta
y la alegría de sabernos
queridos incondicionalmente.
Ayúdanos para que esto no se nos olvide
en el camino de la vida.

Gracias por ser el Dios de la vida,
de la alegría, de la felicidad, del amor,
de la misericordia, del perdón.
Gracias por esperarnos siempre
más allá de la muerte.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Que seamos constantes en la práctica del bien

Señor Jesucristo, como sugiere el apóstol Pablo
hoy empezamos pidiéndote
que seamos constantes en la práctica del bien
y que la esperanza que nos ofreces
no nos deje desanimar en las dificultades. 

También nos invita a orar por todos,
pidiendo que el amor del Padre sea acogido. 

Por eso te pedimos por tu Iglesia,
por la comunidad en que vivimos la fe
 y en la que participamos de la Eucaristía. 

Te pedimos por los que viven sin esperanza
y por los que enfrentan situaciones difíciles
de enfermedad, paro o crisis familiares. 

Te presentamos nuestra preocupación
por los políticos y por los que gobiernan el mundo:
ayúdales a buscar el bien de la sociedad. 

Queremos acordarnos de los jóvenes:
que jamás pierdan la ilusión de buscar
un mundo mejor y más fraterno. 

Traemos a tu presencia nuestras familias,
con las alegrías y retos de cada día:
ayúdanos a convertirlas en hogares
de buena convivencia, de mutua acogida,
de respeto, de diálogo y oración,
de escucha atenta de tu palabra,
donde se pueda crecer y madurar como persona. 

Ora con nosotros, Señor Jesucristo,
para que nuestro Dios y Padre
bendiga a todos los que ha llamado a la vida
y todos puedan dar gracias por su amor.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Cuando las personas se convierten en objetos, toda pretensión religiosa pierde su valor

Señor, la ley del Levirato
tenía como finalidad
proteger los bienes familiares
y proteger a las viudas.

Cuando las personas se convierten en objetos,
toda pretensión religiosa pierde su valor.
No permitas, Señor, que en tu Nombre
utilicemos o privemos la libertad.

Te pedimos, Señor,
por las familias destruidas o enemistadas
por problemas de herencias.
Por las personas
que a causa de separaciones o divorcios
malviven por problemas
económicos o emocionales.

Por los niños.
que sientan el apoyo de sus padres
aunque éstos se hayan separado.
Que no sean objeto de chantajes afectivos. 

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Esperamos tus promesas

Señor,
reconocemos lo limitado que es
el horizonte de nuestra vida:
«la vida es… la que vivimos aquí;
la felicidad es… la que aquí hallamos».

Y nos imaginamos la vida futura,
como una prolongación –mejorada!-
de la presente…

Ensancha nuestra mirada,
para así descubrir el destino último
de esta vida que aquí nos confías.

Acrecienta el anhelo de nuestro corazón
para desear la plenitud de tu don
que quieres ofrecer a nuestra vida.

Creemos y deseamos creer, Señor,
pero no en nuestras fantasías
sino sólo en tu Palabra.

Esperamos ardientemente, Señor,
no la satisfacción de nuestros deseos
sino el cumplimiento de tus promesas.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Dar testimonio de la verdad

Señor, veneramos y admiramos a los mártires
por su valor en dar testimonio de la verdad
sin echarse atrás por las amenazas;
por su amor, capaz de perdonar a los verdugos;
por su esperanza indestructible
en un bien  mayor
que todos los bienes de la tierra.

Señor, amamos y echamos de menos
a las personas que hemos amado
en este mundo,
que nos han dejado y que confiamos
que ya gozan de tu presencia.
Este pensamiento nos conforta
y anima a seguir adelante
por el camino de la vida.

Te pedimos hoy especialmente
por las personas
que se han consagrado a ti en el celibato.
¿Por qué renuncian a algo bueno
como son el matrimonio y la familia?
No tendría sentido si no fuese profecía
de un cielo nuevo y una tierra nueva
con una nueva forma de amarse
y de vincularse, todos hijos en el Hijo
y hermanos unos de otros.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Gracias por tu Palabra que nos llena de esperanza

Señor, gracias por darnos tu vida,
desde el instante en que fuimos engendrados
hasta después de nuestra muerte.

Tú eres un Dios de vivos,
tu voluntad es que vivamos para siempre.
No pides sacrificios como los antiguos ídolos,
ni tampoco que despreciemos la vida,
tu don más valiosos.

No sabemos el día ni la hora
en que nos visitará la muerte.
Pero cuando entreguemos nuestro último aliento en tus manos,
confiamos en que nos insuflarás de nuevo tu Espíritu,
como hiciste con tu Hijo,
y ya no moriremos nunca más.

Ese día escucharás nuestra voz
y responderás a nuestra súplica.
Desvelados del sueño del sepulcro
podremos contemplar tu rostro
y el de nuestros hermanos
que nos han precedido.

Gracias por tu Palabra
que nos llena de esperanza.
Gracias por hacernos dignos
de participar en una nueva creación
donde seremos semejantes a los ángeles.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret