Asunción de la Virgen María

Ciclo y fecha
Cicle: 
C
Temps: 
Santoral
Data : 
Lunes, 15 Agosto 2022
Vivir con el corazón abierto a tu palabra

Hay encuentros que cambian la vida
y la llenan de una alegría inefable.
Así el encuentro de María e Isabel
marca un antes y un después,
no solo en sus vidas,
sino también en nuestra historia.

Ambas se saben bendecidas
por la mano de Dios,
que cuenta con ellas para obrar
la promesa de salvación.
De alguna manera intuyen
que están llamadas a ser luz para los demás.

Gracias porque de ellas podemos aprender
a vivir con el corazón abierto
a tu palabra,
a tu obrar en nuestras vidas,
y descubrir que hay una presencia tuya
escondida en nosotros
que nos infunde una alegría profunda
que nada ni nadie puede apagar.

Que, como María, nos pongamos
en camino, en marcha,
en actitud de salida en servicio
y al encuentro de todos
los que pones en nuestro camino,
porque hemos aprendido del encuentro
de María e Isabel
que tu palabra
en nuestras vidas
también viene de la mano y abrazo
con los demás.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
¡Madre, ya has llegado a casa y me esperas!

María, madre de Jesús y madre nuestra,
constatando lo que Jesús y el Padre
han hecho por ti,
mi corazón late de agradecimiento
y de confianza.

Es bonito para tus hijos de la Tierra,
poder contemplarte en la Casa del Padre.

Nos abres un camino claro de esperanza;
nos dices que vayamos caminando
hacia nuestra casa.

Tú sabes, por experiencia, que en la Tierra
no siempre es fácil ser fiel y amar.

Al lado de tu Hijo, llevaste con valentía,
la cruz de la fidelidad hasta el Calvario.
Por eso, ahora, al lado de tu Hijo Resucitado,
disfrutas de la plenitud de vida y de felicidad
en la Casa del Padre, donde nos esperas.

Eres la Madre y conoces muy bien
mis dificultades y mis debilidades;
ayúdame a no desanimarme nunca
y dame la seguridad de poder vivir un día,
contigo y con Jesús, en la Casa del Padre.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Queremos ser portadores de buenas noticias

Con María, la primera creyente y Madre nuestra,
queremos cantar las grandezas del amor del Padre
en nosotros y en todos; 
la maravilla de saber que Dios 
colma con su amor a cada ser humano, 
a quien ama como hijo;
la maravilla que es 
sabernos hermanos de Jesucristo 
y llamados a compartir con él
la plenitud de la vida en la resurrección.

Con María, queremos ponernos en camino
para ser cada día portadores de buenas noticias;
como María, queremos comprometernos
en la transformación del mundo
según el proyecto de Dios.

Como María, vivimos esperanzados 
porque nuestra vida y nuestra pequeñez
se apoyan en la certeza del amor fiel
de Dios para con nosotros y con todos.

Imitando a María, queremos vivir en
la humildad y la sinceridad de saber
que todo lo que tenemos es regalo de Dios
y queremos hacernos dignos de ello viviéndolo
y comunicándolo con alegría y generosidad.

Por eso te pedimos, Padre,
la capacidad de María para escuchar,
acoger en el corazón y poner en práctica
todo lo que nos comunicas.

¡Gracias, Dios nuestro, por la Madre que tenemos!

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Abrir el corazón y la mente para acoger la palabra de Dios

María,
contigo nos alegramos por las maravillas
que Dios quiere realizar en cada persona;
contigo alabamos y bendecimos al Padre porque
su amor desea llenar todos los corazones.

Te felicitamos porque no has opuesto resistencia
al amor de Dios y a la acción del Espíritu Santo
que te han llenado de vida.

Nuestra fe se renueva con el estímulo
de tu fidelidad y obediencia para seguir
todo lo que Dios te ha comunicado.

Nos llenamos de esperanza al verte
llena de gracia y plenamente participante
de la vida resucitada con Dios.

Deseamos abrir, como tú, el corazón y la mente
para acoger la palabra de Dios,
meditarla en el corazón y ponerla en práctica.

Nos sentimos motivados a que
nuestra vida sea, como la tuya,
seguimiento de tu Hijo Jesús
como discípulos que acompañan al Maestro.

Como tú, nos disponemos a ser comunicadores
del evangelio en la vida cotidiana
vivida en toda su profundidad y plenitud.

A ti nos dirigimos, Madre, con toda confianza,
orando por nosotros y por toda la humanidad 
–porque tu Hijo te la ha confiado toda– 
y te pedimos que nos ayudes y nos muestres
el camino hacia la plenitud de la vida
para la que el Padre nos ha creado.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
La Asunción de Santa María nos llena de esperanza

Señor, en María
se ha cumplido el misterio de la Encarnación.
Dios se hace hombre
para que el hombre sea Dios.
Tu ascensión tiene la lógica continuación
en la Asunción de la virgen:
en el cumplimiento de tus promesas,
la profecía de la salvación
realizada en toda la humanidad.

Señor, la Asunción nos llena de esperanza.
Nos habla de la realidad de la muerte
y al mismo tiempo de una realidad superior.
La muerte es una dormición.
Un paso hacia la Vida.

Señor, vivimos una crisis de esperanza.
el miedo nos posee y nos desestabiliza.
El combate de la mujer y el dragón,
del cual nos hable el Apocalipsis, continúa.
Es la lucha contra todas las formas
que reviste el mal en nosotros y en el mundo.
Camina, Señor, con nosotros.

Señor, bendice los pueblos y ciudades
que hoy celebran sus fiestas patronales
y recuerda a las personas
que hoy celebran su santo. 

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
En Ti, María, Dios ha ensalzado a los humildes

Gracias, María, por haberte fiado de Dios,
por creer lo que parecía imposible,
por enseñarnos el camino de la salvación
al ir a cuidar a tu prima.

En Ti, Dios ha ensalzado a los humildes.

En una época, como tantas otras,
tan oscura para las mujeres,
Dios te eligió para una misión especial
y tú fuiste fiel.

Gracias, María, por darnos a tu Hijo,
por enseñarnos a escucharlo,
a hacer lo que Él nos dice,
a acompañar-lo en las vicisitudes,
a no perder nunca la esperanza.

Ruega por nosotros,
para que siempre seamos de Cristo,
para que seamos fieles a la misión
que Dios nos ha encomendado.

Gracias, Jesús, por darnos, al pie de la Cruz,
a tu Madre.
Gracias por compartir con nosotros
su ternura.

Gracias, Padre, por tu plan de salvación,
porque en María has vencido de nuevo
el poder de la muerte.

Te pedimos que también nosotros,
cuando llegue el momento,
podamos participar de esta victoria.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret