Gracias, María, por haberte fiado de Dios,
por creer lo que parecía imposible,
por enseñarnos el camino de la salvación
al ir a cuidar a tu prima.
En Ti, Dios ha ensalzado a los humildes.
En una época, como tantas otras,
tan oscura para las mujeres,
Dios te eligió para una misión especial
y tú fuiste fiel.
Gracias, María, por darnos a tu Hijo,
por enseñarnos a escucharlo,
a hacer lo que Él nos dice,
a acompañar-lo en las vicisitudes,
a no perder nunca la esperanza.
Ruega por nosotros,
para que siempre seamos de Cristo,
para que seamos fieles a la misión
que Dios nos ha encomendado.
Gracias, Jesús, por darnos, al pie de la Cruz,
a tu Madre.
Gracias por compartir con nosotros
su ternura.
Gracias, Padre, por tu plan de salvación,
porque en María has vencido de nuevo
el poder de la muerte.
Te pedimos que también nosotros,
cuando llegue el momento,
podamos participar de esta victoria.