Domingo XVIII del tiempo ordinario

Cicle: 
C
Temps: 
Durant l'any
Domingo, 31 Julio 2022
P. Jaume Sidera Plana, cmf

Nuestra tarea como cristianos es hacer “presente” en este mundo la vida de Jesús

1. Seguro que hoy nos silbarán los oídos con estas palabras de Jesús. Sin duda hemos visto, sufrido o husmeado la división de dos hermanos por culpa de una herencia percibida como injustamente repartida. Con cierta picardía Jesús se desentiende del problema: él no es ni juez ni albacea. Su misión es otra. Tampoco habría acertado a gusto de todos. Lo deja pues en manos de los técnicos que para eso están.

2. Él es profeta y sitúa al interlocutor en otro nivel. Por muy bueno que sea el repartidor de la herencia, no te agradará si no matas la carcoma que te corroe: la codicia, la avaricia, el afán de poseer, el afán de seguridad. La envidia, los celos. Nunca tendrás bastante. Siempre querrás más y más y más. Y nunca estarás contento con la parte que te toca. ¿Resultado? Familias divididas y a menudo enemistadas para el resto de sus días.

3. Jesús pone un poco de cordura. Por mucho que tengas, las propiedades no te garantizan ni una hora de vida. El hombre de la parábola se promete muchos años de vida. La tiene solucionada para muchos años. Y cuando más se regodea en sus sueños, le estremece un grito: Tonto, esta noche morirás. Y todo lo que has acumulado ¿de quién será? No te llevarás ni un euro. Te encontrarás ante Dios no con lo que tenías sino con lo que eres. No te servirá de nada tu libreta de ahorros. Sólo te servirá el amor con que has compartido con los demás lo que tenías.

4. El Cohelet o Predicador lo expresa con una frase célebre: vanidad de vanidades todo es vanidad. Una pura e inmensa ilusión. Has trabajado con conocimiento, traza y eficacia; has amasado una pequeña fortuna y lo has de dejar todo a otro que no se ha esforzado para nada. Y remacha el clavo: ¿Qué saca el hombre de todo su afán y de toda la desazón con que trabaja bajo el sol? Pasa los días angustiado y por la noche su corazón no descansa.

5. El salmo lo dice de otro modo: Ni que viviéramos setenta años y los más fuertes hasta los ochenta, todo son fatigas inútiles. Pasan deprisa y volando. Para los que tienen veinte o treinta o cincuenta años, seguro que les hará sonreír este salmo. Pero continúa: Enséñanos a contar nuestros días para adquirir la sabiduría del corazón. La sabiduría del corazón: no la que dan los libros sino la que se adquiere en el contacto con Dios en la oración y en el contacto con la vida de cada día. La vida vale mucho. Hay que aprovecharla bien y sacarle todo el jugo. Jesús nos lo recomienda: enriquecerse de cara a Dios. Es decir, ser muy generoso con los demás. Se trata no de no vivir para trabajar sino de trabajar para vivir, convivir y ayudar a vivir.

6. Dado que por el bautismo hemos resucitado con Cristo, san Pablo nos recomienda que vivamos una vida nueva. La que viviremos por siempre jamás. Os habéis revestido de Cristo, nos dice. A medida que nos identificamos, lo conocemos más y lo estimamos más y de día en día nos parecemos más a aquello que somos: imagen y parecido de Dios. Vivimos plenamente en la sociedad y la vamos transformando con el testimonio humilde y sencillo de la vida normal vivida con bondad y generosidad. Nuestra tarea como cristianos es hacer “presente” en este mundo la vida de Jesús. Y si nos vemos revestidos de Cristo, también veremos revestidos de él a los demás y superaremos la tentación de hacer diferencias de raza, origen o religión. Cristo lo es todo, y es de todos.

6. No hay que añadir nada más. Hoy celebramos la memoria de san Ignacio de Loyola. Le impresionó mucho la palabra de Jesús: ¿De qué te sirve ganar todo el mundo si te echas a perder a ti y echas a perder a los demás? Y lo transmitió al joven ambicioso Francisco Javier que estaba muy orondo de su situación social y de su cátedra de universidad. Lo dejó todo y se dedicó a ser rico ante Dios. Al morir tenía las manos vacías pero el corazón lleno de nombres de personas que había orientado cristianamente.

7. El obispo Pere Casaldàliga lo expresa muy bien como poeta y como pastor. “Al final del camino me dirán: ¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré mi corazón lleno de nombres."

Tipus recurs pastoral: