Domingo III de Adviento
Adviento es tiempo de esperanza
1. Teófilo de Antioquía, un apologeta del siglo II, escribía: “Si tú me dices: Muéstrame a tu Dios, yo te diría: muéstrame tú tu hombre y yo te mostraré mi Dios”. Pero tienes que tener ojos del alma para ver y orejas del corazón abiertas para ver y oír.
2. Juan Bautista se deshacía para que sus oyentes se convirtieran y se prepararan para recibir al Mesías que ya estaba a las puertas. Era convincente y enérgico, blando y manso con la buena gente dispuesta a hacer el cambio espiritual y a confirmarlo con la inmersión en el río Jordán. En cambio, hablaba sin miramientos a las autoridades religiosas que venían a escucharlo. Ante el reyezuelo Herodes se mostró inflexible. Vivía una situación escandalosa que desmoralizaba a la gente. Y se ganó la prisión.
3. Con su temperamento vivo y fogoso conecta mejor con la imagen de un Dios juez exigente que muchos profetas anunciaban. Conociendo al ”hombre” Juan comprendemos mejor su imagen de Dios. En cambio, Jesús, suave y humilde de corazón, refleja el rostro amable de Dios Padre: “Compasivo y benigno, lento para el castigo, fiel en el amor”. Jesús hace suyo al profeta Isaías: Se abrirán los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos se abrirán; entonces el cojo saltará como un ciervo y la lengua del mudo gritará de gozo.
4. Juan en la prisión, tiene tiempo de recordar, reflexionar y orar. Cuando recibe noticias de Jesús, se siente algo desconcertado. Él lo ha presentado como “quien tiene que venir”, el salvador esperado, pero con el hacha apuntando al tronco del árbol para cortar y echar al fuego al que no dé fruto. Juan se ha jugado el tipo por el honor de Dios. Y Jesús... Jesús no actúa con la contundencia que él esperaba.
5. Los mensajeros de Juan le transmitirán las palabras de Jesús. Anunciadle esto que veis y oís: «Los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan puros, los sordos oyen, los muertos resucitan, los desvalidos acogen el anuncio de la buena nueva. Feliz el que no quede decepcionado de mí». Juan tenía los ojos y el corazón abierto. Jesús tiene razón. Actúa en sintonía con el Padre compasivo y benigno que también describían los profetas, que Juan tan bien conocía. Seguro que encontró la paz que necesitaba.
6. Jesús hace un gran elogio de Juan. No es una caña sacudida por el viento. Es todo un hombre, de convicciones firmes, de vida austera. Y libre. Sin miedo. ¡Un profeta? ¡Y tanto! ¡y más que profeta! De él dice Malaquías: “Yo envío ante ti a mi mensajero, para que te prepare el camino”. Y más aún: Entre todos los hijos que las madres han traído al mundo no ha habido ninguno mayor que Juan Bautista. Su misión es única.
7. Ya está aquí el que esperábamos. Está en medio de vosotros y no lo conocéis. Juan señala como presente al que otros profetas habían anunciado para un futuro lejano. Y aun así el más insignificante en el Reino de Dios es más importante que él. El cristianito más pequeño ya disfruta como presente a aquel que Juan anunciaba como futuro.
8. Adviento es tiempo de esperanza en la venida del Señor y queremos que sea bien pronto. “Mientras tanto tened paciencia, hermanos, hasta que venga el Señor”. Es la recomendación de Santiago. La paciencia del campesino que espera las lluvias tempranas y tardías que sazonen la tierra. Con una esperanza activa: preparando la tierra, labrándola, sembrando la semilla y siguiendo amorosamente cómo germina y crece, espiga y madura.
9. Nuestro proceso de esperanza pasa por tener el corazón abierto a Dios y a los hermanos en la vida de cada día: cuidando la convivencia, limando las asperezas, evitando juicios y prejuicios, acompañando a quienes se encuentran solos o buscan el sentido de la vida. Preparados para responder a quien nos pregunte: ¿El Jesús que esperáis en Navidad es el “Dios con nosotros” o hemos de esperar a otro? ¿Lo encontraremos en el consumismo salvaje o a la luz del establo de Belén? Sí, encontraremos a Jesús en la cuna, amorosamente acogido por José y María, y calentado, si hace falta, por el buey y la mula, que no entienden gran cosa pero que están ahí.