Domingo IV de Cuaresma
De la oscuridad a la luz
1. Ante el ciego de nacimiento, sentado junto al camino y pidiendo limosna, los discípulos preguntan a Jesús: ¿Quién tiene la culpa de que haya nacido ciego, él o sus padres? «Ni él ni sus padres, les responde. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo». Y mientras la gente discute, Jesús actúa: hace un poco de barro y lo aplica a los ojos del ciego y lo pone en marcha: Vete a la piscina de Siloé y lávate...
2. Es el primer paso. Los otros pasos le llevarán gradualmente a un pleno conocimiento de Jesús. Al contacto con los vecinos primero y luego con las autoridades religiosas.
3. Es un buen HOMBRE llamado Jesús. Un hombre que viene de Dios. Es un Profeta. Es piadoso y cumple la voluntad de Dios. Por esto Dios le escucha...
4. Cuanto más progresa en el conocimiento de Jesús, más solo se queda: los vecinos se desentienden de él, sus padres no quieren saber nada, «ya es mayor, que responda por sí mismo», los sabios saben que Jesús es un pecador porque no respeta el sábado. Saben que Dios ha hablado a Moisés, pero ése... no sabemos de dónde viene. –«¿No lo sabéis? Y sin embargo me ha abierto los ojos...» les responde el exciego... Los sabios y entendidos no pueden aceptar las lecciones de un ignorante de la Ley. Y lo expulsan de la sinagoga.
5. El muchacho, ahora que empieza a ver, se queda totalmente solo y desamparado por haber confesado a Jesús. Y en este momento, Jesús le sale al paso y completa su proceso de fe con el contacto personal. Es el Hijo del hombre. Pero el muchacho va más allá: Le adora como al Señor. –CREO, SEÑOR.
6. Aquel buen hombre, llamado Jesús, que le ha abierto los ojos es un profeta, viene de Dios. ¡Es el Hijo del hombre, el Mesías, el Señor! ¿Y los demás? Tienen la desgracia de «ver demasiado» aunque no vean más allá de sus narices... La Ley que había ser la luz de sus pasos, les ha cegado. «Si fueseis ciegos, no tendríais ninguna culpa. Pera ahora, diciendo que veis y cerrando los ojos, os quedáis a oscuras...»
7. Mientras estamos en el mundo somos, como Jesús, luz del mundo. Dejémonos iluminar por Él, progresemos cada día en su conocimiento y seamos puntos de luz para los demás.