Domingo V de Cuaresma
Yo soy la resurrección y la vida
1. En los domingos anteriores Jesús se nos ha revelado como quien nos comunica el Espíritu Santo en forma de torrente de agua viva. También como luz del mundo. Hoy lo hace como resurrección y vida, triunfador de la muerte y garante de la vida eterna. Camino, verdad y vida.
2. Y lo hace en un ambiente entrañable, profundamente humano. Jesús ama tiernamente una familia muy amiga con nombres y apellidos: Marta, María, Lázaro. Llora compartiendo la desgracia que supone para esta familia –y para todas las familias– el dolor y la muerte de una persona querida. También Marta y María, tan amigas, han de recorrer el camino a veces empinado y exigente de la fe. La fe no libra del sufrimiento, solo le da un sentido de esperanza.
3. Marta y María son la misma discreción y confianza: tu amigo está enfermo. No piden nada. Solo exponen que Lázaro está muy enfermo. Saben que Jesús ha tenido que huir para que no lo apedrearan. Los discípulos no querrían moverse de donde están. Pero se juegan la vida con Jesús. Él sabrá lo qué tiene que hacer. Llega tarde. Si hubieras estado aquí nuestro hermano no se habría muerto…
4. Aun así, Marta cree en la resurrección de la carne el último día. No sabe que el último día ya ha llegado con la presencia de Jesús muerto y resucitado. «Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá, y todos los que viven y creen en mí, no morirán nunca más. ¿Lo crees, Marta? Y Marta hace la misma confesión que había hecho Simón Pedro: Sí, Señor: Yo creo que eres el Mesías, el Hijo de Dios que tenía que venir al mundo.». Es bonito pensar que la fe de la Iglesia, nuestra fe, descansa también sobre la fe de una mujer, Marta. Y de tantas personas sencillas como ella.
5. La muerte no tiene la última palabra. Jesús se encara con ella firmemente: ¡Lázaro, sal fuera! ¡Desatadlo! El pasado domingo leíamos el himno de la carta a los Efesios: "Desvélate, tú que duermes, y levántate de entre los muertos. Y Cristo te iluminará". La razón nos la da san Pablo escribiendo a los cristianos de Roma: Si habita en vosotros el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos, también, gracias a su Espíritu que habita en vosotros, el que resucitó a Cristo de entre los muertos dará la vida en vuestros cuerpos mortales.
6. La palabra cementerio significa “dormitorio”, donde los cristianos duermen el sueño de la paz esperando la resurrección. Ahora hablamos de “tanatorio”, una palabra cerrada. “Mortuorio”: evoca la muerte sin ninguna ventana abierta a la esperanza. Todo se acaba aquí.
7. El problema de la resurrección ya lo tenían los primeros cristianos. San Pablo habla de ella a los cristianos de Corinto. Os propongo unos textos sacados del capítulo 15 de la carta que les escribió. Son textos muy bonitos, pero no los leemos mucho. Leámoslos pausadamente conectados con el Espíritu Santo: que nos ilumine y nos haga sentir y oír la palabra de Jesús. Lázaro, sal fuera.
a. Nuestra resurrección deriva de la resurrección de Cristo
Ahora bien, Cristo ha resucitado de la muerte, primicia de los que han muerto. Ya que, si por un hombre vino la muerte, por un hombre viene la resurrección de los muertos. Como todos mueren por Adán, todos recobrarán la vida por el Mesías. Cada uno en su turno: la primicia es el Mesías, después, cuando él vuelva, los cristianos; después vendrá el fin, cuando entregue el reino a Dios Padre y acabe con todo principiado, autoridad y poder. Pues él tiene que reinar hasta poner a todos sus enemigos bajo sus pies; el último enemigo en ser destruido es la muerte. Todo lo ha sometido bajo sus pies: al decir que todo le está sometido, es evidente que se excluye a aquel que se le somete. Cuando todo le quede sometido, también el Hijo se someterá al que le sometió todo, y así Dios será todo para todos.
b ¿Como será la resurrección? La siembra
Pero preguntará alguno: —¿Cómo resucitan los muertos?, ¿con qué cuerpo salen? ¡Necio! Lo que tú siembras no cobra vida si antes no muere. Lo que siembras no es el organismo que surgirá, sino un grano desnudo, de trigo o de lo que sea; y Dios le da el cuerpo que quiere, a cada simiente su cuerpo.
A partir de la experiencia de cada día.
c. Así será la resurrección. Como la semilla sembrada
Así pasa con la resurrección de los muertos: se siembra corruptible, resucita incorruptible; se siembra sin honor, resucita glorioso; se siembra débil, resucita poderoso;
d. Todos seremos transformados
Os comunico un secreto: no todos moriremos, pero todos nos transformaremos. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al último toque de trompeta que tocará, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros nos transformaremos. Esto corruptible tiene que revestirse de incorruptibilidad y lo mortal tiene que revestirse de inmortalidad.
Fijaos en el gusano de seda. Mirad el capullo y la crisálida ya vuela.