Domingo XXIII del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
A
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 10 Septiembre 2023
Padre que no se cansa de ser misericordioso

Dios y Padre nuestro,
la palabra escuchada nos hace dar cuenta
de la facilidad de caer en la tentación
de desentendernos de los demás
y creer que lo más natural es pensar
y decir que mi vida es mía y sólo mía.

Y tú, con amor y paciencia, nos vas enseñando
a vivir como familia y a construir fraternidad
con todos tus hijos e hijas;
tu palabra es una invitación constante
a no endurecernos en nuestro egoísmo.

Te damos gracias porque Jesús vivió así
y en él encontramos la mayor motivación
para aprender a amar y a perdonar,
para sentir como propias las alegrías
y las dificultades de las demás personas.

Gracias también porque tú eres el Padre
que no se cansa de ser misericordioso
porque tu amor es sin fin.

Que la certeza de que el Espíritu Santo
llena nuestros corazones con tu amor
y de que Jesucristo está en medio de nosotros
nos haga vivir mirando a los demás,
pensando y buscando el bien de todos,
con una dedicación especial
a los más arrinconados de nuestro mundo
y con una gran confianza
en la capacidad de conversión
de cada uno de nosotros
y de cada persona que nos rodea.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Necesitamos tu ayuda

Señor, en tiempo de crisis
tenemos poca paciencia para escuchar.
Nos sentimos engañados
y dudamos de todo el mundo.
Los sentimientos están a flor de piel
y muchas veces decimos cosas
que quisiéramos borrar.
Danos prudencia
y capacidad de diálogo
para solucionar los momentos difíciles.

Señor, si dos se ponen de acuerdo
en pedirte algo,
nos aseguras que seremos escuchados.
Hoy muchas personas
te pedimos que tengas en cuenta
los momentos difíciles de muchas familias.
Necesitamos tu ayuda.
Ayúdanos a entender tu respuesta.

Todos tenemos enemigos, Señor;
casi siempre son personas que nos caen mal
o que por una u otra razón nos han hecho daño.
En tus manos ponemos hoy nuestro dolor.
Transfórmalo en bien.

Muchos niños y niñas
empiezan estos días el curso escolar.
Señor, que los maestros sepamos
transmitirles conocimientos y ejemplos de vida.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
La corrección fraterna

Hoy, Señor, que es domingo
y nos hemos reunido en tu nombre,
tú que te has hecho presente entre nosotros
escucha, tal como prometiste, nuestra plegaria.

Ya que quieres que seamos responsables de nuestro hermano
y nos pides algo tan difícil de hacer bien
como la corrección fraterna,
cuando él nos ha ofendido
o persiste en pecado grave, ayúdanos.

Que no nos engañen las apariencias,
las simples sospechas, prejuicios o habladurías.
No es necesario.
Que cuando vayamos al encuentro del hermano
lo hagamos con benignidad y mansedumbre,
porque si no, lo podríamos irritar
y empeorar las cosas.

Que seamos humildes y no nos precipitemos:
dejemos que otro lo haga, si lo puede hacer mejor.
No queramos tampoco conseguir imposibles,
convertir a alguien cuando no hay esperanza,
Concédenos también el don de la oportunidad,
y de saber escoger el momento preciso.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Padre que no se cansa de ser misericordioso

Dios y Padre nuestro, la palabra escuchada
nos hace dar cuenta de la facilidad de caer
en la tentación de desentendernos de los demás
y creer que lo más natural es pensar y decir
que mi vida es mía y sólo mía.

Y tú, con amor y paciencia, nos vas enseñando
a vivir como familia y a construir fraternidad
con todos tu hijos e hijas;
tu palabra es una invitación constante
a no endurecernos en nuestro egoísmo.

Te damos gracias porque Jesús vivió así
y en él encontramos la mayor motivación
para aprender a amar y a perdonar,
para sentir como propias las alegrías
y las dificultades de las demás personas.

Gracias también porque tú eres el Padre
que no se cansa de ser misericordioso
porque tu amor es sin fin.

Que la certeza de que el Espíritu Santo
llena nuestros corazones con tu amor
y de que Jesucristo está en medio de nosotros
nos haga vivir mirando más a los demás,
pensando y buscando el bien de todos,
con una dedicación especial
a los más arrinconados de nuestro mundo
y con una gran confianza en la capacidad
de conversión de cada uno de nosotros
y de cada persona que nos rodea.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Ayúdame, Señor, a amar de verdad a mi hermano

«No es mi problema».
¡Cuántas veces me he inhibido
y, en nombre de una tolerancia mal entendida,
he dejado que mi hermano
vaya por un camino equivocado,
con riesgo de hacerse mal y de hacer daño!

«¿Sabes lo que ha hecho fulano?»
¡Cuántas veces he hablado
con quien no debía hacerlo
y he callado cuando debía hablar!
¡Valiente por la espalda
y cobarde cara a cara.

Ayúdame, Señor, a amar de verdad
a mi hermano, haz que mis palabras
no sirvan para herir o rebajar
sino para ayudar a crecer.

Enséñame también a aceptar las correcciones,
que el orgullo no me exaspere
cuando alguien critica mis acciones.
Que sepa agradecer
la corrección de un hermano.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret