Dios y Padre nuestro,
ábrenos el corazón
para dejarnos interpelar por la Palabra
que hemos escuchado en esta celebración:
«Buscad al Señor mientras se le encuentra»;
«llevad una vida digna del Evangelio de Cristo»:
«id también vosotros a mi viña».
Gracias, Padre, porque tu palabra
siempre nos muestra un horizonte más allá
de nuestras pequeñas acciones de cada día,
y nos mueve a caminar
y a crecer constantemente.
Ayúdanos, Padre, a sabernos alegrar
con el bien que hacen los demás,
ayúdanos a saber colaborar
y confiar en las personas,
tal como tú confías en cada ser humano
y lo invitas a ser constructor del Reino.
Que en este mundo donde los últimos
están cada vez más marginados
aprendamos a construir
comunidades fraternas,
a actuar con una generosidad y gratuidad
semejantes a la tuya,
porque no quieres
que nos dividamos entre primeros y últimos
sino que todos puedan vivir con la dignidad
de ser miembros de tu familia.
Que no caigamos en la tentación
de criticar todo lo que se tendría que hacer
o mejorar mientras nos quedamos
de brazos cruzados,
sino que aprendamos a colaborar
en todo lo que dignifica a las personas
y sepamos invitar a otros a hacer lo mismo,
tal como tu Hijo Jesús invitaba a todos
a trabajar en tu viña.