Domingo XXXIII del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
A
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 19 Noviembre 2023
Señor, queremos ser fieles a tu llamada

Señor, gracias por confiar en nosotros,
por querernos fecundos,
por permitirnos colaborar en tu obra,
por encomendarnos el cuidado de tu creación,
por encargarnos atender las necesidades de nuestros hermanos,
por confiarnos la construcción de tu Iglesia.

Es una gran responsabilidad,
pero no nos dejas solos.
Nos guías con tu Palabra,
nos confortas con los sacramentos,
nos acompañas por medio de la comunidad.
Nosotros solos no lo podríamos hacer,
pero contigo todo es posible.

Queremos dar mucho fruto,
no para presumir,
ya que no es mérito nuestro,
sino para darte tu gloria.

Nos has dado un carisma,
una misión,
y queremos ser fieles a tu llamada,
porque es un camino de salvación para nosotros.

No queremos apropiarnos de lo que nos das,
ni tampoco desperdiciarlo,
queremos ponerlo al servicio de los demás
para contribuir, desde nuestra debilidad,
a la construcción de tu Reino.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
A todos nos has dado posibilidades de ser felices

Señor, enterramos nuestros talentos
cuando nos dejamos arrastrar
por el trajín diario
y olvidamos dedicar un rato para hablar
o acompañar a un amigo
o a las personas que se encuentran solas.

Señor, haznos conscientes
de las capacidades y dones de las personas
que puedan parecernos que son limitadas
en algún aspecto de su personalidad
o de su físico.

Señor, en estos días de campaña electoral,
que los representantes de los partidos
se traten con respeto y se eviten los insultos
y las medio verdades.

Señor, no permitas que caigamos
en la depresión o en la negatividad.
A todos nos has dado posibilidades de ser felices
y todos tenemos capacidades
que nos permitan sentirnos útiles.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Entra en el gozo de tu Señor

Aquí están tus siervos,
aquí están tus siervos, Señor.
En esta hora
quisiéramos haberte sido útiles.

Deseamos cumplir con tu misión
-cada cual la suya, allí donde tú le has asignado-,
de la mejor manera posible...
o mejor dicho, lo mejor que sepamos.

Sabemos que valoras sobre todo la actitud,
lo que aportamos de nuestra parte,
el esfuerzo y el riesgo, aunque no tengamos éxito.
Da igual qué categoría o qué volumen de trabajo,
ya que todo talento, mayor o menor,
es un don tuyo:
capital, tiempo, aptitud, capacidades.

Somos siervos que no merecen recompensa:
gracias que podamos trajinar, como es nuestro deber.
Trabajando por tu Reino,
no tiene sentido jubilarse.

Pero, tú, Señor, nos pedirás cuentas.
Y eres tan bueno,
si no somos malvados ni gandules,
que nuestro premio será estar por siempre contigo,
en perpetua alegría.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Ser dignos de la confianza y responsabilidad recibidas

Dios y Padre nuestro, cómo nos gustaría
que un día nos dijeras a nosotros:
“eres un empleado fiel y cumplidor”,
y “pasa al banquete de tu Señor”.

Por eso queremos agradecerte
por los bienes que nos has confiado:
nuestra vida y la de todos nuestros
hermanos y hermanas,
la capacidad de amarte y de amarnos,
la responsabilidad de organizar la convivencia
entre toda la gran familia humana
y de cuidar del universo.

Ayúdanos, Padre, a ser dignos cada día
de la confianza y responsabilidad recibidas;
que sepamos trabajar con los propios talentos
y valorar los de nuestros hermanos;
que no tengamos miedo de gastar la vida
poniéndola al servicio de causas nobles;
que nunca tengas que decirnos que somos
empleados inútiles, negligentes u holgazanes.

Ayúdanos, sobre todo, a no caer en la tentación,
de mirarte con miedo o desconfianza,
de pensar que no tenemos nada que ofrecer
y de no querer arriesgarnos o comprometernos
cuando se trata de servir a la comunidad.

Haznos salir cada día de una vida
que no busca más que la propia comodidad
y haznos entrar en tu modo de ser
encontrando la alegría en pensar en los demás
y perdiendo el miedo de entregarnos totalmente.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Me concentro en hacer rendir las potencialidades que me has regalado

No sé que dicen los libros de autoayuda,
pero me parece, Señor,
que el primer paso para crecer y ser feliz
debe ser agradecerte lo que soy,
porque es así como has querido hacerme.

En vez de torturarme
pensando en lo que no soy y no sé,
procuro pensar que lo soy y sé hacer
puede convertirse en un don
en favor de los que has puesto a mi lado
y en una bendición para mí mismo.

Claro que me gustaría mejorar,
y me doy cuenta de que no podré conseguirlo
si rechazo lo que soy.

Acepto mis limitaciones,
agradezco la ayuda de los hermanos
que me echan una mano,
y me concentro en hacer rendir
las potencialidades que me has regalado.

Y sé que, a fin de cuentas,
tú suplirás lo que haga falta
y me invitarás a entrar en tu casa.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret