Te damos gracias, Señor, y te alabamos.
Reconocemos que eres el Señor del universo.
Cuando llegue el fin de los tiempos,
toda la creación y toda la humanidad lo verán.
Hoy, en fe, te proclamamos rey en nuestros corazones.
Queremos que reines en todos los aspectos de nuestra vida.
Queremos dejar de ser esclavos de los caprichos de nuestro egoísmo.
Necesitamos sentirnos libres
y esto solo es posible si reinas de veras en nuestro interior.
Eres el buen pastor,
que nos conduce por verdes praderas
y prepara la mesa de la Eucaristía para nosotros.
Que corre en busca de la oveja perdida,
venda a la que se ha caído
y cura a la enferma.
Nos guías por caminos seguros,
que no son otros que seguir tu ejemplo
y cuidar de nuestros hermanos
tal como Tú has hecho con nosotros.
Esperamos confiados el fin de los tiempos,
porque al igual que hoy estás presente en nuestras vidas
y nos cuidas,
también lo harás cuando llegue el momento definitivo.
Nos llevarás a un lugar de reposo
y nada nos faltará.