De todo corazón te damos gracias, Dios y Padre nuestro,
porque nos has creado para la vida
y porque tu deseo es
que todos vivan en plenitud.
Gracias porque tu Hijo Jesús,
con palabras i obras,
nos dice que quieres libertarnos de todo mal.
Como deseaba Jairo para su hija,
te pedimos que nos impongas tus manos,
que nos dejemos tocar el corazón y transformar
por tu amor y tu misericordia
para que, desde nuestra pobreza y limitaciones,
también nosotros sepamos ser hoy
portadores de vida y de esperanza.
Ayúdanos, Padre, a levantarnos
de tantas situaciones de desánimo en que caemos
a lo largo de la vida, y ayúdanos especialmente
a no dar por perdida de modo definitivo
ninguna situación negativa que vemos
en nuestro mundo, en la Iglesia,
en nuestras familias o en nosotros mismos.
Dios y Padre nuestro, nos has hecho
a imagen de tu existencia eterna;
que cada día nos ayudemos mutuamente
a construir nuestras vidas
según tu proyecto.