Domingo XX del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
B
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 18 Agosto 2024
Cada misa es recostarse a tus pies y escuchar como hacían los discípulos

Te pido la gracia, Señor Jesús,
de comprender que no puedo amarte a ti
sin amar la eucaristía.

Es verdad que su ritmo y su lenguaje
no casan con el mundo de hoy.
Es verdad que el cura
no siempre sabe conectar ni explicarse,
que es difícil hacer comunidad
cuando no nos miramos los unos a los otros,
y que quizás por esto
hay gente que no abre la boca.

Pero si me percato de lo que realmente sucede
en cada misa, nunca me dejaré arrastrar
por la rutina y el desánimo.

Cada misa es recostarse a tus pies
y escuchar como hacían los discípulos,
sentarme a la mesa y comer contigo
como hacías con los pecadores
que eran perdonados y transformados,
permanecer al pie de la cruz
y beber tu sangre que brota
de la fuente de amor purísimo de tu corazón.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
La Eucaristía será el alimento que nos permita vivir el cristianismo en plenitud

Señor, quieres que participemos
plenamente en la Eucaristía.
No se trata de un simple rito.
La Eucaristía será el alimento
que nos permita vivir
el cristianismo en plenitud.

Quien come tu carne
y bebe tu sangre, Señor,
sabe que cuanto tiene o es
está al servicio de los hermanos.

Señor, para participar de la Eucaristía
necesitamos tener hambre de justicia
y saber poner en tus manos
el desconsuelo de los niños que este verano
no pueden disfrutar de vacaciones
y de las personas que al terminar agosto
encontrarán cerrados
sus puestos de trabajo.
Que esta Eucaristía
alimente nuestra creatividad
y ayude a solucionar o aliviar la crisis.

Señor, creemos en Ti.
No queremos dejarnos seducir
por otros mensajes
que prometen llenar nuestro vacío.
Te agradecemos, Señor, todo lo que tenemos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Vivir nuestro trabajo como transformación del mundo

Señor, acepta nuestra vida cotidiana
como el altar sobre el que tiene lugar
la ofrenda de nosotros mismos.
Que sepamos vivir, Señor,
nuestro trabajo
como transformación del mundo,
para que Cristo penetre más y más en él.

Sabemos, Señor,
que la transformación de nuestra vida
por medio de la Eucaristía
exige también un trato diferente con las cosas,
con las personas y con la creación.

Que en cada comida, Señor,
recordemos que lo que comemos
son dones que Tú nos das,
impregnados de tu Espíritu y de tu Amor.

Que a lo largo de esta semana, Señor,
al pasar por una Iglesia o al oír sus campanas
recordemos la celebración dominical.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
La Eucaristía don del Cuerpo y la Sangre

Jesús,
también para mí, tus palabras son difíciles.

Como María,
cuando el enviado de Dios le anunció
que sería tu madre,
tengo ganas de decirte:
«¿Cómo puede ser eso?»
pero, cuanto más las medito
más creo que «para Dios
no hay nada imposible».
No lo puedo comprender,
¡Acepto el misterio!

Sí que, a la luz de la Encarnación,
intuyo que el Pan y el Vino de la Eucaristía,
en aquella Última Cena,
de algún modo,
era como encarnar y hacer visible
para siempre y para toda la humanidad
el don total de ti mismo en la Cruz:
¡Don del Cuerpo y de la Sangre
hasta la última gota!

No es un don en el vacío
o un recuerdo del pasado,
es un don actual
de presencia en cada persona.

Me haces vivir
una comunión real y sensible contigo.

Adivino como una encarnación permanente
de tu vida, muerte y Resurrección en mí …

Es un preludio de la comunión
que viviremos en el cielo.

¡Es sublime este misterio
del Cuerpo y de la Sangre!

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Vivir en el mundo de hoy con las actitudes con que vivió Jesús

Padre de bondad y misericordia,
te damos gracias
porque en la persona de Jesús,
tu Hijo y hermano nuestro,
podemos conocer qué deseas de nosotros.

Y te agradecemos sobre todo porque tu deseo
es que formemos parte de tu familia
y que vivamos unidos a ti, como vive Jesús.

Llénanos, Padre, de tu Espíritu Santo
y de la sabiduría que él nos ofrece
para que no busquemos
otros caminos de realización humana
al margen del que tenemos en Jesús.

Que tengamos la sabiduría
de saber vivir en el mundo de hoy
con las actitudes con que vivió Jesús,
con su capacidad de amar
y de hacer el bien siempre y a todos,
agradeciendo y comunicando en cada gesto
tu amor desbordante.

Que los que nos reunimos cada domingo
alrededor de la mesa
de la Palabra y de la Eucaristía,
vayamos aprendiendo a vivir
como hijos e hijas tuyos,
y a tratar a todos como hermanos,
sin desentendernos de la vida de los demás,
sino ayudándonos
y acompañándonos mutuamente
y comprometidos con este mundo
al que tú tanto amas.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret