Domingo XXIV del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
B
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 15 Septiembre 2024
Abrirnos a tu salvación

Señor, como tus discípulos,
confesamos que eres el Cristo,
el Hijo del Dios vivo.

Pero también nos cuesta entender que, a pesar de ser tan poderoso,
tengas que sufrir la condena de este mundo.
Nuestra mentalidad triunfalista
no acepta una debilidad que no rehúye el sufrimiento.

Que tu Espíritu nos haga humildes
para no caer en la tentación de pensar
que, si las cosas no son como esperábamos,
es porque te has equivocado en tus designios.

Gracias por enseñarnos a afrontar
las contrariedades de la existencia confiando en que el Padre
nos acompaña y nos defiende de los enemigos.

Aun sabiendo que no lo entenderíamos por completo,
nos has abierto tu corazón y nos has hablado claro
para que, cuando vengan las dificultades, no nos hundamos
y confiemos en un Dios que nos quiere rescatar.

Nos ofreces una nueva vida
que implica renunciar a nuestros intereses
y abrirnos a tu salvación.

Te damos gracias por todas las personas
que cada día acogen tu Palabra
y ofrecen su vida por el Evangelio.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Sabemos que caminas a nuestro lado

Señor, la respuesta de Pedro
resume el deseo que todos tenemos:
una especie de «superhombre»
que nos saque las castañas del fuego.
Pedro te había visto actuar y sabía
de la incomprensión de las autoridades.
Al igual que nosotros
quería un golpe de efecto.

Los judíos esperaban un Mesías
que los librara de los romanos.
Nosotros esperamos que acabes con el paro,
que elimines las desigualdades
y el sufrimiento.
Sabemos la respuesta:
«Poneos manos a la obra.
Yo estoy con vosotros».
Nos da miedo, Señor.

Solo quieres ser llamado Mesías en la cruz.
No es el mesianismo que más ilusione.
Danos la fe del centurión
para reconocerte en los que sufren.

Cuando la Iglesia ejerce su labor
de apostolado entre los más pobres,
la acusan de izquierdismo.
En las celebraciones multitudinarias,
de triunfalista.
Cuando defiende la dignidad humana,
es ridiculizada.
Cuesta aceptarlo, Señor,
pero sabemos que caminas a nuestro lado.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Señor, ayúdanos a mantenernos firmes en la dificultad

Señor, ante el futuro que se avecinaba,
no «tiraste la toalla»,
ayúdanos a mantenernos firmes en la dificultad
y a buscar ideas creativas
cuando nos fallan los amigos,
la economía entra en crisis,
nuestro matrimonio se deshace
o en cualquier otra situación.

Señor, que no busquemos componendas
para no afrontar lo que nos asusta.
Sabemos que solos,
poco o nada podremos hacer,
pero con tu gracia llegaremos a buen puerto.

Señor, nos aterroriza la soledad y el desprecio
y para evitarlo ponemos una vela a Dios
y otra al Diablo.
Danos coherencia
para descubrir paso a paso tus designios
y fiarnos de tu ayuda.

Señor, tú no llamas a los cristianos
a un sufrimiento sin sentido.
Nos llamas a aliviar a los que sufren,
a los enfermos, a los que están solos.
Nos enseñas, Señor,
que el único sufrimiento válido
es el que nos lleva a aliviar a los demás.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
¡Quieres saber quién eres para mí!

Jesús,
me imagino que estoy en medio de tus discípulos,
y recojo tus palabras:
¿Quién eres para mí?
Tu pregunta me interpela seriamente.

Te he conocido y te he seguido;
puedo decir que te amo.

Después de muchos años de creer en ti,
me parece que tu eres sobre todo para mí
«mi Compañero de ruta»; así ¡en mayúscula!

Me ayudas a reconocer
lo que hay de bueno en mí,
y a descubrir cómo el Padre me ama,
y cuenta conmigo,
y qué sentido tiene mi vida,
y también la muerte;
me motivas para vivir a fondo cada instante,
llevado siempre por la esperanza y la ilusión
de vivir ya ahora aquello que viviré para siempre.

Y, cuando soy débil o infiel, tu mirada,
y la mano que me extiendes,
me hace sentir el perdón
y recuperar la paz con el deseo de ser más fiel.

¡Gracias, Jesús,
y continúa haciendo camino conmigo!

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Vivo deseo de ser tus seguidores y discípulos

Señor Jesús, tanto a cada uno personalmente
como a toda la comunidad
nos preguntas de nuevo:
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”;
y por eso te pedimos que nos concedas
la sana inquietud que querer conocerte,
el vivo deseo de ser
tus seguidores y discípulos,
de buscar la transformación de las personas
y del mundo a través del Evangelio.

Que quienes ya empezamos a conocerte
no nos cansemos de estar cada día
más atentos a tu palabra,
para acogerla en el corazón
y ponerla en práctica,
que perdamos el miedo a acompañarte
cuando el camino de la vida pasa por la cruz
o cuando el servicio a los hermanos exige
que nos libremos de egoísmos y comodidades;
haz, Señor Jesús, que sepamos despertar
en nuestros hermanos el interés por ti.

Te pedimos por los que van por la vida
sin objetivos y sin norte,
que puedan encontrar a alguien
que les indique el camino hacia ti,
y que quienes no están interesados por ti
puedan descubrir cómo enriqueces la vida
de todos los que se te acercan y te buscan
con corazón sincero y abierto.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Con mi pequeña cruz te acompaño por el camino que conduce a la vida

Me gustaría, Señor, que todo fuera más sencillo:
que los gobiernos decreten que viviremos en paz,
que los derechos humanos
son de obligado cumplimiento
y que la única tarea de los políticos
será procurar el máximo bienestar para todos.

Me gustaría mandar sobre mí mismo
y expulsar de mi corazón el virus de la ira,
el demonio de la ambición,
la carcoma de la lascivia y la envidia
y tantos otros malos espíritus que moran en mí.

Pero no es tan sencillo: hay que librar
un combate diario, y a veces
tengo la tentación de echarme atrás.

Por esto es tan importante
saber que tú has sido el primero
en cargar tu cruz, donde estaban clavados
todos los pecados de la humanidad,
y que con mi pequeña cruz
no hago otra cosa que acompañarte
por el camino que conduce a la vida.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret