Domingo XXXIII del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
B
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 17 Noviembre 2024
La fe nos revela la verdadera esperanza

Señor, te damos gracias
porque nunca nos abandonas
en medio de las calamidades.

Cuando sufrimos el asedio de las tormentas de la vida,
nos sentimos vulnerables,
pensamos que no hay nada que hacer,
nos fallan las fuerzas
y nos dejamos llevar por el pesimismo.

Creemos que lo que vivimos es definitivo
y, si se hunde,
ya no tenemos motivos para la esperanza.
Nos damos cuenta de la caducidad de una vida
a la que queremos aferrarnos.

Pero estos momentos tan trágicos
son la oportunidad de alzar la mirada,
de reconocer lo que es para siempre:
tu amor.

Cuando todo se tambalea,
podemos comprobar qué es firme de verdad,
en qué nos podemos apoyar.
La fe nos revela la verdadera esperanza.

Señor, como dice el poeta,
cuando llegue aquella hora temida
en que se cierren nuestros ojos humanos,
ábrenos Tú otros ojos mayores
para contemplar tu faz inmensa.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Soñar y trabajar por un mundo nuevo

Señor, hoy nos invitas a soñar
y trabajar por un mundo nuevo.
Quieres que seamos conscientes
de las dificultades.
Todos los cambios conllevan temor
y, lo que es más doloroso,
perdemos personas
que prefieren seguir con lo de siempre.

Tú, Señor, no eres un profeta de calamidades,
nos recuerdas que en este mundo
y en el universo nada es definitivo.
Nuestro planeta
es fruto de cataclismos espaciales
y cada avance cultural o científico
ha supuesto sacrificio y mucho esfuerzo.

Señor, el mundo nuevo que nos anuncias
no va acompañado de la destrucción
de los humanos.
Nos amas y has dado tu vida por nosotros.
Haznos colaboradores
de tu obra de transformación.

Señor, que la solidaridad
con las víctimas de las catástrofes
no se limite a un sentimiento puntual.
Que ayudemos a cuantas organizaciones
y misioneros trabajan en estos lugares
para evitar que vuelvan a repetirse.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Todo pasa. Tu palabra permanece

Jesús,
con sólo abrir los ojos
percibo que cuanto que me rodea
pasa fugaz y pronto se marchita.

Incluso mi cuerpo envejece
y día a día pierde fuerzas.
Tú sabes cuánto me duele.
Y a veces me desanima.

Me da miedo que cuanto soy y vivo,
acabe un día en la nada
y desaparezca para siempre.
¡Sería triste y cuesta resignarse!

Por esto, me llena de gozo oírte decir
que todo pasará, pero que tus palabras
siempre serán actuales y se realizarán.

Me concedes la esperanza
de que mi vida humana continúe,
más allá del tiempo y del espacio,
en la realidad eterna e infinita de Dios.

Creo sinceramente lo que me dices
y espero con alegría la vida eterna,
por más que no la comprenda todavía. 

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Que Jesús sea nuestra luz

Te damos gracias, Dios y Padre nuestro,
por la confianza que tu palabra comunica:
ya en el salmo nos dices que no nos
entregarás a la muerte o a la destrucción,
sino que nos enseñas el sendero que conduce
a la vida auténticamente humana,
tal como Jesús la vivió.

Te pedimos que, en la vida de cada día,
Jesús sea nuestra luz en las sombras que
nos rodean y pretenden llenarnos el corazón:
ya que creemos en el cielo nuevo y
la tierra nueva donde reinará la justicia,
y que serán fruto de tu amor creador de Padre,
haz que vivamos ya desde ahora
más de acuerdo con nuestra fe.

Cuando el año camina ya hacia su fin,
ayúdanos a saber agradecer tu presencia
amorosa en nosotros cada día de la vida
y que, como la higuera en cada primavera,
seamos anunciadores y testigos creíbles
de vida y esperanza, de paz y fraternidad.

No permitas, Padre, que la Iglesia sea
comunicadora de miedo, tristeza o pesimismo,
sino de aquel gozo y alegría perpetua
que únicamente se encuentran en tu presencia.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Señor, que podamos ver lo que hay que hacer en cada situación

Vivimos en un mundo que da miedo
y que parece encontrarse
en manos de inconscientes:
explotadores de los recursos naturales,
fabricantes de armas mortíferas,
gente sin escrúpulos.

Señor, tú has puesto en nuestras manos
la custodia de este mundo tan bello
y tenemos el deber moral
de defenderlo de los que lo estropean.

Vivimos en un mundo que da miedo
pero en ti ponemos nuestra confianza
y nos sentimos seguros
porque sabemos que nuestro destino
está en tus manos.

Señor, danos una mirada lúcida
para que podamos ver lo que hay que hacer
en cada situación, por compleja que sea,
y haznos valientes para afrontar los cambios
que el mundo necesita para seguir adelante.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret