Señor Jesús: siempre me admira tu sensibilidad:
cómo te llega a las entrañas
el sufrimiento de las personas y del pueblo en su conjunto.
En el evangelio de hoy
leemos cómo sientes compasión
por una multitud que ves
«maltrecha y desorientada»,
necesitada de buenos pastores.
Hoy la situación de la gente
no ha cambiado demasiado.
Existe una gran desorientación
y nos faltan líderes sociales,
políticos y religiosos
capaces de superar
los intereses personales o de partido
y de ofrecer horizontes
de esperanza y justicia para todos.
Queremos seguir orando, como nos pides,
para que el Padre suscite muchas vocaciones
con un corazón sensible como el tuyo
para responder a tantas necesidades.
Ayúdanos, Señor, a oír esta llamada
y a responder con generosidad,
como tus primeros discípulos.
A anunciar a la gente que tú y tu Reino
estáis cerca, mucho más cerca de lo que creen,
y que empleemos
la capacidad de bien que nos has dado
para curar y liberar, purificar y resucitar.
Señor: que viviendo los valores de tu Reino
ayudemos a todo el mundo a encontrar en ti
la guía y la esperanza que tanto necesitan.