Dolcet Agustí, Àngel

Fechas
Nacimiento: 
5 de septiembre de 1914, en Soses (Lleida)
Profesión religiosa: 
24 de septiembre de 1930
Martirio: 
21 de agosto de 1936, en Lleida

El Hno. Àngel Dolcet Agustí nació en Soses (Lleida) el día 5 de septiembre de 1914, de los consortes Miquel Dolcet Roca y Rosa Agustí Palau. Mn. Félix Vall que lo bautizó, le impuso los nombres de Àngel y Ramon. Su padre, de 61 años, era labrador y se había casado con Rosa, de 26, ocupada en las labores del hogar. Eran de escasa fortuna, buenos de natural aunque poco dados a la práctica religiosa. Ángel Dolcet fue confirmado el 23 de abril de 1917 por el obispo diocesano José Miralles Sbert.

Era un niño muy dócil y de buenos sentimientos. Obediente e inclinado a las cosas de la Iglesia, aunque no fue nunca monaguillo. Hizo la primera comunión a su tiempo.

Aprendió las primeras letras en la Escuela Nacional de Soses, con mediano aprovechamiento. Era muy bueno pero no muy inteligente ni muy aplicado. Su madre quedó viuda y le costó mucho esfuerzo sobrevivir y llevar sola la educación de sus hijos Àngel y Miquel.

Àngel entró pronto en el postulantado o seminario menor claretiano. El 23 de diciembre de 1925 escribía a su madre:

Mi amada e inolvidable madre: al acercarse las Navidades, no puedo menos de tomar la pluma para felicitar a Vdes. y a los demás parientes. Al Niño Jesús le pediré muchas cosas, y por Vd. le pediré cuanto necesite, y sobre todo que llene su alma de gracia, tranquilidad y alegría, deseando que estas Pascuas sean felices para Vd. y para mí.

Y le daba cuenta de su vida en el colegio: está contento, cada día oye misa y comulga. Y le explica cómo pasan las veladas vespertinas entre cantos, recitación de poesías, representaciones de piezas teatrales. Pero le da una noticia de especial alcance: En el estudio voy mediano. Se resentía de su deficiente aprovechamiento escolar en Soses y esta deficiencia motivó que a no tardar los superiores le aconsejaran que continuara en la Congregación como hermano coadjutor y como tal vistió el hábito religioso el 7 de septiembre de 1929.

Él mismo lo explicaba en carta a su madre el 16 de diciembre del mismo año:

También les he de decir que el día 7 de septiembre, víspera del Nacimiento de la Sma. Virgen María vestí el hábito Religioso y experimenté muchísima alegría. Esto que les pongo después de mi nombre C. M. F. quiere decir Misionero del Corazón de María. Por lo demás, añadía a su madre, estoy muy contento y bueno de salud Gmà.a D. y desearía que al recibir esta carta usted estuviese igualmente buena.

Àngel era un buen propagandista de las cosas de la Congregación. En concreto suscribió a su madre a la revista interna Plantel de Apóstoles y a propósito le sugería que se fijase en lo que ponía sobre el Noviciado, que era lo que él vivía. Terminado el noviciado emitió los votos religiosos en Vic el día el 24 de septiembre de 1930.

Corrían aires que hacían presentir una inminente persecución religiosa. De este tiempo solo tenemos una carta a su madre en que le comunica que ha recibido la cartilla militar. Pero se ve en la necesidad de tranquilizarla:

Por lo demás le he de repetir lo que en la anterior carta le decía; que esté muy tranquila por lo que a mí se refiere; pues le puedo decir que aquí en Vic estoy muy seguro, y por lo demás estoy muy tranquilo y bueno de salud a D. Gmà.

Pero conviene disimular en la dirección de las cartas todo trazo de comunidad religiosa.

En su comunidad de Vic el Hno. Dolcet ejerció el oficio de zapatero, oficio importante en una comunidad numerosa, con muchos novicios jóvenes y personas mayores.

Al estallar la revolución, Hno. Àngel Dolcet, disuelta su comunidad el 21 de julio, vagó un par de semanas por los alrededores y el interior de Vic con la desorientación de ingenua avecilla a quien acaban de destruir el nido.

El día 2 de agosto salía en dirección a Barcelona acompañado del Hno. Antonio Arrufat, para trasladarse luego al pueblo de Soses, residencia de su familia. Era portador de una carta que le había confiado un Padre de Vic aprovechando que había de pasar por Lleida. Al llegar los milicianos le registraron y por la carta conocieron que era religioso y lo metieron en la cárcel. Él confesó al Hno. Lluís Grau: Si no hubiese sido esta carta seguro no me cogen.

Compartió la cárcel con los PP. Lloses, Albi y Morell y muchos otros. Ellos con otros sacerdotes y religiosos hasta completar el número de 74 fueron llevados al cementerio para ser fusilados solo por ser lo que eran. El Hno. Ramon Bañuelos, marista, declaró en el proceso de beatificación:

Con el Hno. Àngel Dolcet estuvimos juntos en el mismo departamento en los primeros días de mi estancia en la cárcel. Durante este tiempo nos comunicábamos nuestras impresiones, rezábamos juntos el rosario y otras devociones, y nos animábamos al probable martirio para el que el Hno. Dolcet se mostraba completamente resignado y contento con la suerte que ello le traería.- Después fue trasladado al departamento con unos seminaristas de Tarragona y de este departamento fue sacado en la noche del 20 al 21 de agosto para ser fusilado con otros 73 compañeros que eran todos sacerdotes y religiosos.- Al día siguiente, en el reajuste de celda, fui trasladado a la que había ocupado el Hno. Dolcet y allí dichos seminaristas me entregaron, para que lo repartiera a los pobres, las pocas pesetas que tenía el Hno. Dolcet, sus zapatos, la chaqueta y alguna otra prenda de vestir que él había encargado a dichos seminaristas, puesto que salió para la muerte descalzo y medio vestido ya que los que se lo llevaron no le permitieron acabarse de vestir, diciéndole que no era necesario para el viaje que tenía que hacer.

Tengo que recalcar los malos tratos que en la cárcel se nos daba a los sacerdotes y religiosos, haciéndonos desempeñar los oficios más bajos, infiriéndonos ultrajes, llegando a darnos bofetadas y culatazos que todos sufríamos resignadamente.

El Hno. Lluís Grau completa la descripción del Hno. Bañuelos:

Yo lo encontré en la cárcel, hablé con él, y vi que estaba tranquilo esperando con resignación la muerte. En las veces que lo vi me di cuenta que hacía algunos actos de piedad y se mostraba paciente y resignado.

Un seminarista compañero de cárcel del Hno. Dolcet escribía a la familia con motivo del tercer aniversario de su martirio:

El día 21 de agosto de 1936 a las tres de la madrugada, nos despertaron los milicianos y leyendo una lista de 72 nombres, dijeron que todos los que fueran nombrados salieran para ir a declarar. Vuestro Àngel también estaba en la lista y tuvo que dejarnos. Dichoso de él que ya está en el cielo. Al despedirse de nosotros fueron sus últimas palabras: “Adeusiau”. Después a no tardar se oyeron las ráfagas de las ametralladoras asesinas. Como podéis ver mientras estuvo con nosotros estuvo bien, no faltándole nada, pues todos nos ayudábamos como hermanos y si bien murió, murió como un valiente y es mártir de Cristo.