Jové Pach, Lluís

Fechas
Nacimiento: 
1 de febrero de 1872, en Lleida
Profesión religiosa: 
9 de marzo de 1888
Ordenación sacerdotal: 
29 de febrero de 1896
Martirio: 
18 de octubre de 1936, en Cervera (Lleida)

El P. Lluís Jové nació en la ciudad de Lleida el 1 de febrero de 1872 y fue bautizado ese mismo día en la parroquia de Sant Lorenç mártir, de la mencionada ciudad. Hijo de los consortes Narciso Jové y Maria Pach. Fue confirmado en la misma parroquia el día 28 de octubre de 1872 por el Excmo. Constantino Bonet, Obispo de Girona.

En 1883 comenzó sus estudios de latín y de Humanidades en el seminario conciliar de Lleida. Hizo tres cursos. En el verano de 1886 ingresó en el seminario claretiano de Barbastro.

En Barbastro hizo el noviciado desde el 8 de marzo de 1887 y profesó el día 9 de marzo del año siguiente. En esta misma ciudad comenzó los estudios filosóficos y los continuó desde el verano de 1888 en Cervera. En este mismo centro realizó los estudios de la teología. En la capilla principal de la ex Universidad recibió la primera tonsura y las cuatro órdenes menores el día 28 de septiembre de 1890. De Cervera pasó a Vic, un año, y el curso 1892-1893 ya lo hizo en Santo Domingo de la Calzada, conde continuó los estudios y recibió el subdiaconado en 1895. Sin haber terminado la carrera fue a Segovia donde recibió el diaconado ese mismo año el sábado de la Santísima Trinidad de manos del Excmo. José Proceso Pozuelo, Obispo de Segovia.

En el convento alcantarino de Segovia comenzó como profesor de externos en 1895 y el 29 de febrero del año siguiente fue ordenado de presbítero por el citado Obispo de Segovia. El 6 de octubre de ese año fue trasladado a Calahorra. Poco después fue enviado a Pamplona, donde estuvo un trienio, para volver de nuevo a Calahorra y de aquí en 1910 a la Selva del Camp con el cargo de predicador. Organizó la Asociación de la Juventud Católica. Posteriormente desempeñó el cargo de Ministro. Luego pasó a Solsona, por poco tiempo, a Sabadell, a la comunidad de Gracia en Barcelona, de nuevo a la Selva del Camp con el cargo de Ministro. En 1922 fue trasladado a Sant Feliu de Guixols como predicador, pero más tarde le dieron el cargo de Colector de Misas y suplente del Sacristán. Al año siguiente fue de nuevo a la casa de Gracia y otro año después a Játiva con el cargo de predicador, pero duró muy poco porque ese mismo año tuvo que ir a Calatayud. En 1925 otra vez en movimiento, esta vez a Sallent. Pasado el trienio, en 1929 fue trasladado a Tarragona con el cargo de Ministro. Aquí también duró poco y al cabo de un año le mandaron de nuevo a Calatayud, luego a Zaragoza, otra vez a Sabadell en el verano de 1931, donde tampoco le dio tiempo a criar moho, pues después de un año ya estaba en la comunidad de Cervera.

En esta última época decía que estaba enfermo y agotado del sistema nervioso y que no tenía fuerzas para nada, y que incluso se cansaba de hablar. Por ello pidió permiso para pasar una temporada en su casa con su familia. En este sentido escribió varias cartas al Superior General sin obtener su propósito y, ni corto ni perezoso, por fin al Nuncio de Su Santidad en Madrid, Excmo. Federico Tedeschini. Continuó en la enfermería de la comunidad su larga enfermedad edificando por su paciencia.

Cualidades. Hombre de salud extraordinaria y talento mediano. Algo dejado, vanidoso y no muy devoto. En unos informes de 1926 se le juzga de conducta regular, de modales muy bastos y casi inútil para la vida pública.

Martirio

El día 21 de julio de 1936, al ser dispersada la comunidad por orden de la autoridad revolucionaria marxista, el P. Jové fue llevado al hospital de la ciudad, que estaba atendido por las Religiosas del Corazón de María. El P. Jové, junto con los otros miembros de la comunidad ya mencionados más los PP. Jaime Girón y Juan Buxó, médico, que a los tres días también se refugiaron allí, hacía vida de comunidad en las dos salas espaciosas e independientes del piso superior. Hasta que se cansaron los milicianos, o sea el Comité.

De allí fue sacado por Magí Tita, un tal Gómez, alias el Chico, Juan Solé y Enrique Ruana. Este tenía odio a la Religión. Se le atribuían los asesinatos de muchos sacerdotes y de otras personas de orden. Estos milicianos se presentaron en el hospital para sacar a los misioneros un tanto furiosos porque como decía el Solé Todos son muy buenos para hablar, pero en cuanto llega el momento de actuar, nos dejan solos.

A las once y media de la noche del día 17 de octubre de 1936 se presentaron los milicianos Enrique Ruana, José Solé, Magí Tita y un tal Gómez, alias el Chico con un documento del Comité de Barcelona en el que se requería a los misioneros, que estaban durmiendo, para trasladarlos a un asilo de Barcelona.

Sólo la santa candidez de uno de los Hermanos más viejos dio crédito a la patraña:

¿Llegaremos muy tarde a Barcelona?

No, respondió Solé.

Insistió el otro:

¿Estaremos a las doce?

Hasta antes y todo… respondió Solé.

Los más jóvenes llevaban a los más viejos.

Les subieron a un camión con los otros diez misioneros y los asesinos condujeron el camión al cementerio pero no en dirección de Barcelona. En el camión iban once religiosos claretianos, todos serenos y pensativos, según declaración de un miliciano.

Los misioneros murieron fusilados hacia las 12:15 de la madrugada del día 18 de octubre de 1936 mientras gritaban ¡Viva Cristo Rey! El traslado se había terminado.

Luego, los asesinos fueron a celebrarlo, como un ritual, con comida y bebida abundante y comentaban el final:

¡Son tozudos! Todos mueren con la misma exclamación. Ni uno siquiera ha querido decir lo que nosotros queríamos que dijesen. ¡Algún disparate! No lo consiguieron.

¡Qué tontos son! Sabían que iban a morir y todavía gritaban ¡Viva Cristo Rey! Y que pedían tiempo para orar.

Fueron enterrados en la parte del cementerio destinada a los que no podían recibir sepultura eclesiástica por el sepulturero Manuel Bonjoch, que después intervino en la exhumación.

Sus restos pudieron ser identificados porque todos llevaban crucifijo y algunos tenían todavía el número de la ropa bien visible.