Domingo III de Cuaresma

Ciclo y fecha
Cicle: 
C
Temps: 
Cuaresma
Data : 
Domingo, 20 Marzo 2022
Danos la paz de tu presencia

Señor, regálanos un silencio habitado,
donde no se oiga nada más que tu voz.
Nos duele tanto ruido que nos anula el alma.

Danos el silencio para escuchar tu Palabra,
para probar el sabor de tu pan,
donde somos oración,
y poder aprender a amar como Tú lo haces,
con libertad, con respeto y sin máscaras.

Danos la paz de tu presencia tan necesaria;
que, en nuestra oscuridad,
confiemos en que no nos va a faltar tu luz,
y podamos esperar el amanecer
con una nueva mirada.

Danos la fe inquebrantable
de saber que todo es tuyo,
la certeza de que siempre nos acompañas,
con serena capacidad
para comprender todo lo que vivimos,
sin engaños, sin huidas,
y haznos aceptar que todos necesitamos
tu misericordia infinita.

Danos un alma valiente, para reconocer
todo lo que nos pasa y nos duele
de un mundo demasiado tocado
por injusticias y carencias.
Que no sabemos sufrir,
y en el dolor nos perdemos.
Aumenta nuestra pobre fe,
que se nos gasta en el día a día.

Gracias porque cuando te escuchamos
en el silencio,
nos damos cuenta
de que aún queda mucho por decir,
mucho por hacer,
muchos rostros por reconocer como hermanos,
muchas noches para vivir en confianza.
Pero sentimos que nos amas,
y esta certeza nos mueve
a seguir caminando, Señor,
y a ser contigo palabra de salvación
para los demás.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Enséñame a saber responder: “aquí estoy”

Señor, despierta en mí
el profundo deseo de conocer quién eres.
Concédeme la humildad
de saberte aceptar
como en realidad eres
y no como yo quisiera que fueras.
No soy yo quien deba poseerte
ni clasificarte
según mis ideas.

Hazme entender que conocerte
es  dejar que tú me poseas
y dejar que me transformes
por el fuego de tu amor

que a todos abraza.

Enséñame también, Señor,
a saber ver, saber escuchar
y a dejarme conmover
por el sufrimiento del mundo.
Y, sobre todo, enséñame a
saber responder como Moisés:
“aquí estoy”,

y a reconocer que me envías
para ponerme al servicio
de mis hermanos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Aumenta nuestra fe en medio de la adversidad

Señor, a través de Moisés saliste
al encuentro del Pueblo que vivía esclavizado.
El largo trayecto por el desierto
puso de manifiesto nuestra tendencia
a buscar seguridades más allá de la fe en Ti.
Aumenta nuestra fe en medio de la adversidad
y haznos solidarios con los que sufren.

Señor, ante las catástrofes
que azotan nuestro mundo
tendemos a buscar culpables.
Hoy nos dices que cuanto pueda suceder
debe servirnos de lección y ejemplo.
Que cuidemos la naturaleza
y trabajemos para que todas las personas
tengan una vivienda digna.

Señor, sabemos
que cuidas de nosotros con esmero.
A veces no sabemos verlo. Nos ciega el miedo.
Gracias por confiar una vez más
y abonar nuestro suelo.

Señor, haznos agradecidos a tus beneficios.
Que sepamos descubrir los milagros
que realizas en favor nuestro cada día
y que sepamos compartirlos
con nuestros hermanos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Danos más tiempo

Jesús,
tú hiciste gran elogio de la viuda pobre
que con sus dos pequeñas monedas,
había dado todo cuanto tenía. 

Jesús,
tú, hiciste elogio igual de las semillas
que plantadas en tierra buena
habían dado unas el treinta,
otras el sesenta y otras el ciento por uno. 

Pero tú has recordado también
que la gloria del Padre
es que nosotros demos mucho fruto. 

Quisiéramos comparecer ante ti, Señor,
con las manos colmadas de frutos
y con el corazón repleto de amor. 

La realidad, sin embargo, no es ésa,
y los frutos que podemos presentar
no son nada en comparación
con el amor que tú nos has mostrado. 

Llénanos de tu Espíritu y de sus frutos,
y seremos salvados.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Quiero vivir muy unido a Jesús

Porque tú siempre miras a los pobres,
sé que es tiempo de compartir
lo que me has dado para que lo administre
a favor de todos.

Porque escuchas el grito de los oprimidos,
sé que es tiempo de escuchar
y comprometerme para luchar
contra tantas injusticias
a las que estamos demasiado acostumbrados.

Porque conoces nuestros sufrimientos,
sé que tantas penas que existen por todas partes
no pueden quedar al margen de mi oración.

Por más que tu paciencia sea infinita,
mi tiempo en este mundo no lo es.
Por eso no quiero dejar pasar en vano
esta Cuaresma.

Quiero vivir más atento
al valor único de cada momento,
de cada persona, de cada ocasión
que se me presenta para amar.

Quiero vivir muy unido a Jesús
para poder mirar, escuchar, sentir y actuar
para el bien de todos, trabajando por tu Reino.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Pon en nuestro corazón el deseo de convertirnos

Señor, queremos cambiar de vida
para poder acogerte como mereces.
Queremos convertirnos,
cambiar de mentalidad, pensar de otro modo.

Para ser amigos tuyos no podemos seguir
encadenados a nuestros egoísmos.
Hay que abrirse, ser generosos, hospitalarios,
serviciales, solidarios.
Si no, estamos fingiendo amarte.

Pero también es cierto
que cuanto más estamos contigo,
cuanto más leemos sobre ti,
cuanto más contemplamos tu vida,
más ganas tenemos de cambiar,
de ser diferentes, de ser como tú eres.

Pon en nuestro corazón
el deseo de convertirnos,
de cambiar el rumbo de nuestras vidas,
para que, por muy alejados que estemos de ti,
deseemos que nuestra nave avance
en la dirección correcta.

No queremos naufragar
en nuestras mezquindades,
ni quedar anclados en nuestras seguridades.
Tú eres el horizonte que nos anima
a ir cada vez más lejos.
Tú eres el viento que nos empuja
para seguir adelante.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret