Gracias, Señor, por abrir un camino
en medio del mar de las dificultades que nos rodean,
por guiarnos por una ruta segura
en medio de la aridez de la vida,
por colmar de agua
los vacíos de nuestro corazón.
Gracias por ofrecernos la oportunidad
de volver a empezar nuevamente,
De renovar nuestra existencia
como el agua renueva la estepa.
Gracias por haber transformado nuestro llanto en alegría,
por darnos fuerzas para participar en la carrera
que nos conduce a la vida
y nos hace sentirnos vivos.
El tiempo de la cosecha ya llega,
y queremos celebrarlo cantando llenos de alegría.
Gracias por no querer nuestra condena,
tal como nosotros hacemos con nuestras culpabilidades,
y por animarnos a andar sin tropezar.
Tu conocimiento es el bien más preciado,
aunque no siempre lo valoremos lo suficiente.
Pero cuando sentimos que Tú nos miras,
en ese instante,
sentimos que todo es nada
y Tú lo eres todo.