Domingo V de Cuaresma

Ciclo y fecha
Cicle: 
C
Temps: 
Cuaresma
Data : 
Domingo, 3 Abril 2022
Nos regalas un perdón que siempre se adelanta a nuestra petición

Ayúdanos, Señor,
a desenmascarar nuestras mentiras.
Aléjanos de tantas hipocresías,
que endurecen nuestro corazón.
Perdón por tantas veces
que acusamos a los demás,
los juzgamos o nos instalamos en la queja.

Nos conoces bien.
Nos recuerdas que todos nos equivocamos,
pero lo que nos define
es lo que hacemos después con tu perdón.

Cuando condenamos a los demás,
cuando los acusamos,
cuando a menudo caemos en la simplicidad
de catalogarlos en buenos y malos…
debemos mirar nuestro corazón
y hacer memoria de las veces
que tú nos has perdonado.

Gracias porque mantienes con nosotros
un diálogo de corazón a corazón,
nos amas con amor gratuito,
compasivo y benigno
y nos regalas un perdón
que siempre se adelanta a nuestra petición.

Gracias porque al ser perdonados,
recibimos la paz en el corazón
y nos sentimos llamados a dar testimonio
de la inmensidad de tu amor en nuestra vida.

Gracias por tu paciencia infinita con nosotros.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Contágianos con la fuerza de tu Pascua

Señor Jesucristo,
ayúdanos a percibir
la inmensa fuerza
de tu acción salvadora en el mundo.
Ábrenos los ojos para saber agradecer
por tanta gente que vive para los demás,
que se dedica a hacer el bien
y a aliviar el sufrimiento;
gente que de todo corazón
sabe pedir perdón y perdonar.

Haz sentir tu ayuda
a cuantos viven dominados
por el desánimo o el pesimismo,
que creen que todo está perdido
o que nada puede mejorar.
Ayuda también, Señor,
a todos los que tienen dificultad
para perdonar o acoger el perdón.

Ayúdanos a caminar con coraje
mirando con esperanza
la meta de la resurrección
y de la vida en plenitud,
con la certeza y la convicción
de que tú lo quieres
y lo haces posible.
Contágianos con la fuerza de tu Pascua.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Que defendamos la vida y valoremos a las personas

Señor, todos hemos actuado alguna vez
con la doblez de los fariseos.
Si vieron pecar a la mujer,
cerca andaban de su casa.
Que no justifiquemos conductas
que degraden a la persona
y que siempre estemos dispuestos
a tender la mano.

Nuestras calles, Señor,
están llenas de mujeres y hombres
que hacen del sexo su modo de vida.
Que sepamos ayudar a las personas
y organizaciones que buscan para ellos
medios de vida más dignos.

Señor, que las sociedades más ricas
no esclavicen a los niños.
Que desaparezca el turismo sexual
y que nadie tenga que vender su cuerpo
por necesidad.

Ilumina, Señor, nuestras mentes, y transforma
nuestro corazón para que defendamos
la vida y valoremos a las personas.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
«Tampoco yo no te condeno»

Jesús, Señor,
tú eres la Palabra de Dios,
tú nos hablas en nombre de Dios. 

Gracias por la palabra de vida
que hemos oído de tus labios:
«Tampoco yo te condeno». 

Tú que, sin pecado,
fuiste contado entre los pecadores,
tú que ante el Bautista
te pusiste en la fila de los pecadores,
tú nos repites de parte de Dios:
«Dios no quiere la muerte del pecador,
sino que se convierta y viva». 

Gracias por tus palabras de perdón:
«Vete en paz y no peques más»:
son bálsamo para el corazón
y nos permiten recobrar la esperanza.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
No has venido a condenar sino a salvar

No has venido a condenar sino a salvar.
Toda la vida has estado del lado de los pobres,
de los pequeños y de los impuros
(tres categorías que, sospechosamente,
se confunden a menudo),
por eso morirás desnudo en el suplicio
reservado a los proscritos y criminales.

Tus palabras salvaron a la adúltera
de morir apedreada,
y tu mirada le abrió un camino
de rehabilitación: «Vete
y no vuelvas a pecar».

Tu sacrificio en la cruz nos salva a todos,
y el nuevo mandamiento que pronuncias
nos abre el camino del Reino.

No nos quieres perfectos y puros,
sino confiados en tu perdón
y compasivos con los demás, como tú.
No nos quieres campeones
de ninguna competición,
sino que volvamos a levantarnos
después de cada caída
y sigamos corriendo hacia la meta.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Gracias por ofrecernos la oportunidad de volver a empezar nuevamente

Gracias, Señor, por abrir un camino
en medio del mar de las dificultades que nos rodean,
por guiarnos por una ruta segura
en medio de la aridez de la vida,
por colmar de agua
los vacíos de nuestro corazón.

Gracias por ofrecernos la oportunidad
de volver a empezar nuevamente,

De renovar nuestra existencia
como el agua renueva la estepa.

Gracias por haber transformado nuestro llanto en alegría,
por darnos fuerzas para participar en la carrera
que nos conduce a la vida
y nos hace sentirnos vivos.
El tiempo de la cosecha ya llega,
y queremos celebrarlo cantando llenos de alegría.

Gracias por no querer nuestra condena,
tal como nosotros hacemos con nuestras culpabilidades,
y por animarnos a andar sin tropezar.

Tu conocimiento es el bien más preciado,
aunque no siempre lo valoremos lo suficiente.
Pero cuando sentimos que Tú nos miras,
en ese instante,
sentimos que todo es nada
y Tú lo eres todo.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret