Señor, necesitamos vivir
con la actitud del peregrino,
que reconoce como sagrado
el paraje que por gracia tuya nos es regalado.
Actitud de quien sabe dónde están sus raíces,
pero no se queda instalado,
sino que sigue la ruta.
Gracias, Señor, porque nunca impones,
sino que nos invitas a caminar.
Nos recuerdas que es necesario
un equipaje ligero,
libre de cosas innecesarias
que bloquean los sentidos e impiden al corazón
vivir de manera austera y libre
para poder, así, responder diligentes
al servicio de los demás.
Necesitamos no poner excusas,
ni justificaciones
para retrasar lo que esperas de nosotros.
Que no nos quedemos anclados
en las nostalgias del pasado,
ni soñando caminos que no son tuyos.
Gracias, Señor,
porque en cada eucaristía compartida
nos alimentas con la ilusión
y la esperanza necesarias
para dar un nuevo paso.
Sabemos que el camino no es siempre fácil,
pero te sabemos a nuestro lado.
Gracias, Señor, porque nos regalas tu fuerza,
que es impulso para seguir caminando
con gozo a tu encuentro.