Señor, gracias por compartir con nosotros tu santidad,
por llamarnos a disfrutar eternamente de tu Presencia.
Qué alegría tan grande
poder alabarte junto con los ángeles,
postrarnos ante tu Majestad para adorarte.
Queremos formar parte de este nuevo pueblo de Israel
que bate palmas y canta «Hosanna»
en honor de su Rey.
Gracias, Jesús, por lavar nuestros vestidos con tu sangre;
de lo contrario no seríamos dignos
de entrar en el banquete celestial.
Gracias por enseñarnos el camino
que conduce a la verdadera felicidad,
a pesar de que esté lleno de obstáculos.
No nos dejemos llevar por el miedo,
porque Tú lo has recorrido primero
y nos acompañas en todo momento.
Confiamos en tu Palabra,
pero somos débiles
y necesitamos la fuerza de tu Espíritu
para transitar estos senderos.
Pedimos también la intercesión de todos los santos,
nuestros hermanos que nos han precedido en esta carrera
y han ganado la corona inmarcesible.
Ellos son la prueba
del desempeño de tu promesa.