Dios y Padre de Jesús y nuestro,
te agradecemos por ser tú
el gran tesoro de nuestra vida;
por ser tu amor la perla de nuestro corazón;
te damos gracias por darnos a conocer
el valor de la vida y de cada ser humano
y asegurarnos que tu amor durará siempre.
Hoy te pedimos
que nos ayudes a poner el corazón
y a dedicar los mejores esfuerzos de la vida
a lo que de veras vale:
acogerte como Padre,
ser comunicadores de tu amor y misericordia,
hacer gratuitamente el bien
y ser constructores de paz y fraternidad,
de cooperación y perdón,
de relaciones humanas
que edifiquen el Reino.
Mira con amor, Padre, a aquellas personas que corren el riesgo
de destruirse por adiciones
que hacen al ser humano menos libre,
y ayúdanos a saberlas mirar
y valorar con tus ojos,
y a tratarlas como tu Hijo Jesús haría hoy.
Ayuda a nuestro mundo
y a quienes gobiernan
a no tener como máximos valores el dinero,
ni el poder, ni las fuerzas de las armas,
sino a estar atentos a descubrir cada día
y a vivir lo que realmente puede hacernos
felices y auténticamente humanos,
según tu proyecto.
Y que nuestra comunidad sea una familia
donde ya empecemos a vivir,
con la ayuda de tu gracia
y la fuerza del Espíritu,
todo lo que te pedimos.