Señor Jesús, nos admira profundamente
la fe y el coraje de aquella mujer anónima
que busca el bien y la cura de su hija;
y nos admira también ver como tú la valoras
y sabes descubrir lo que hay en su corazón.
Te pedimos, Señor Jesús, que la atención
a tu palabra y la apertura a la luz del Espíritu
nos ayuden a descubrir la voluntad de Dios
para cada persona y para cada pueblo
en nuestro tiempo.
Que, entre las preocupaciones de cada día,
no nos olvidemos de cuidar
nuestra vida de fe, y de colaborar
para que nuestros hermanos la descubran.
Que en esta época del año,
que para muchos es periodo de vacaciones,
dediquemos tiempo a la lectura de la Palabra,
a la oración, a la reflexión
sobre el sentido que damos a la propia vida,
a cultivar la amistad y el diálogo amable
con las personas que nos rodean.
Que la bendición de Dios llegue
a todos los pueblos y a todas las personas,
en especial a los que están en guerra,
a los que sufren por el hambre
o por olvido de los países más desarrollados,
a los niños y familias que nunca podrán gozar
de unos días de vacaciones.
Que no nos cansemos de creer, de esperar
y de trabajar confiadamente por el mundo
nuevo que tú, Señor Jesús, has inaugurado.