Señor Dios nuestro, te damos gracias porque
pusiste en nuestro interior el deseo de buscarte
y te dejas encontrar por todos los que te buscan;
como dice el salmo, haznos sedientos de ti,
que nuestra alma desee estar unida a ti y que
sepamos valorar el amor con que nos amas.
Entonces seremos más capaces, como Jesús,
de poner nuestra vida al servicio de los demás,
de no tener miedo de hacer el bien y entender
que la salvación es que todos vivan con
aquella dignidad que has querido darnos.
Haznos comprender y vivir también que
lo mejor que podemos ofrecerte y nos pides
es poner todas nuestras capacidades
al servicio de tu proyecto y voluntad,
venciendo el egoísmo que cada día
nos sale al paso y nos desvía de este camino.
Al final de las vacaciones te agradecemos
por los que han podido disfrutar del descanso,
de la compañía de familiares y amigos,
y han podido rehacer sus fuerzas con
un tiempo de paz, de lectura o de oración.
Que el curso que pronto empezará
sea una nueva oportunidad de crecer
como personas y de ayudarnos mutuamente
en la educación de niños y adultos, en
la atención a los ancianos, a los enfermos,
a los desempleados o a los que corren el riesgo
de caer en la desesperación o el desánimo.
Que el amor con que nos amas
sea la fuerza de nuestra vida.