Señor Jesús, te damos gracias
por habernos constituido en Iglesia,
en comunidad de creyentes
que da testimonio de tu resurrección.
Cuando miramos a las personas que la integran,
la podemos ver manchada por defectos e infidelidades.
Pero esto, lejos de hacernos perder la fe,
nos hace mirarte a Ti,
al que ha vencido el pecado,
y si has decidido manifestarte en medio de un pueblo indigno,
no somos quienes para cuestionarlo.
Es más, esto nos infunde esperanza,
porque ninguno de nosotros
está tampoco a la altura.
No nos lo merecemos.
En cambio, Tú vienes a visitarnos,
a apoyarnos en los momentos de incertidumbre.
Y cuando nos dejamos guiar por esta experiencia,
es posible vivir con un solo corazón y una sola alma,
ser generosos con los necesitados,
compartir lo que tenemos,
Vivir pendientes de los demás.
Entonces el mundo verá esta unidad,
que no nace únicamente del esfuerzo humano,
y crecerá.