Señor Jesucristo, te damos gracias
porque nos amas como el Padre te ama a ti,
porque nos comunicas tu alegría
y compartes la amistad con nosotros;
gracias porque nos haces ver, como a Pedro,
que tu amor y el del Padre no excluyen a nadie,
sino que abrazan a toda la humanidad.
Que la fuerza de tu amor, Señor Jesús,
nos ayude a amarnos verdaderamente
entre nosotros, mujeres y hombres
hijos del mismo Padre y hermanos tuyos;
porque nos cuesta saber amar como tú
cuando tenemos prejuicios contra alguien,
cuando nos perjudican; o a las personas que tienen
otra creencia religiosa,
una postura política diferente,
o son de otro país, cultura o lengua.
Si somos sinceros, Señor Jesús,
percibimos que nos cuesta amar
sobre todo porque no queremos salir del pequeño nido
de nuestra comodidad
y no acabamos de aceptar a todos como hermanos;
quizá por eso nuestra alegría
nunca llega a plenitud, como la tuya.
Ayúdanos a dar cada día un paso,
por menor que sea,
en el camino de aprender a ser tus discípulos.
Que nos ayude también María,
la Madre que has dado a todos tus discípulos.