Señor Jesús, nos admira
la decisión de Josué y de su familia
así como la de Pedro y sus compañeros,
ambas en momentos de crisis y dudas.
Nosotros, que nos hemos sentido atraídos a ti
y movidos interiormente por el Espíritu,
queremos decirte una vez más que, fuera de ti,
no encontramos vida y salvación.
Queremos agradecerte también el tesoro de la fe
que hemos recibido gratuitamente
y que debemos saber transmitir
para que pueda iluminar a más personas.
Te pedimos perdón, Señor Jesús,
por los que han abandonado la fe
y la participación en la vida de la Iglesia
a causa de nuestro testimonio deficiente
o poca coherencia cristiana.
Te pedimos por éstos y por aquellos
que nunca han descubierto la luz de la fe:
que sepan buscarte a ti, Señor Jesús,
y puedan gozar de la alegría profunda
de haberte encontrado y de vivir en comunión contigo.
Que todos los que creemos podamos gustar,
como dice el salmo, tu bondad y tu amor,
capaces de colmar nuestras vidas.