Hoy te damos gracias, Señor Jesús,
porque siempre estás atento
a escuchar a los que te suplican
y acoges a todos los que te buscan,
sea cual sea su situación.
Ayúdanos a saber orar desde el fondo del corazón
y a saber ver y descubrir aquellas realidades
que son invisibles a los ojos,
pero que dan sentido a la vida y nos hacen cristianos:
la fe, el amor a todos, la esperanza,
tu presencia a nuestro lado.
Que sepamos ver
para descubrir a las personas que nos rodean
y tratarlas como hermanos tuyos y nuestros;
que no cerremos los ojos ni el corazón
a nadie que llame a la puerta
de nuestra vida.
Que también sepamos ver, Señor Jesús,
para descubrir cómo tenemos que seguirte,
cómo debemos vivir nuestra vocación
en la Iglesia y en el interior del mundo
para ser verdaderamente tus discípulos.
Que tengamos la alegría
y la presteza de Bartimeo
para acercarnos a ti cuando nos llamas,
tú que nunca dejas de llamarnos
a través de tu Palabra, de nuestros hermanos
y de los acontecimientos de cada día:
que en todo descubramos
cómo podemos servir y hacer el bien.