Señor, gracias por el testimonio de los apóstoles,
hermanos en la fe que nos enseñan cómo seguirte.
Ellos entregaron su vida por el Reino,
superando sus miedos y debilidades.
Purifica las intenciones de nuestro corazón,
la tendencia de nuestro egoísmo
a esperar tu ayuda
para vivir mejor.
Nosotros quisiéramos tener
un lugar de privilegio a tu lado,
separarnos de nuestros hermanos
porque nos consideramos mejores que ellos.
Pero Tú nos llamas a servirlos,
a atender sus necesidades,
a procurar su bien.
Gracias por tu ejemplo,
por amarnos hasta la muerte,
por someterte a la voluntad del Padre,
por darnos tu Vida.
Ayúdanos a seguir tu modelo de servicio,
a imitar tu actitud de desprendimiento.
No lo podemos hacer con nuestras propias fuerzas,
fuimos creados del polvo, del barro.
Necesitamos el aliento de tu Espíritu Santo,
que transforme nuestro corazón,
que nos ayude a afrontar los problemas
y nos empuje a amar a nuestros hermanos.