Señor Jesucristo, te damos gracias
porque el Padre nos ha dicho de muchas maneras
cómo ama a la humanidad, obra de su amor
y expresión de su voluntad
de compartir y hacer felices a los demás.
Gracias, sobre todo, Señor Jesús,
porque nadie como tú nos da a conocer quién es
y cómo nos ama el Padre; gracias porque, en ti,
Dios ama con corazón humano
y se comunica con nosotros
a través de palabras y gestos plenamente humanos.
Gracias, Señor Jesús, porque contigo
comprendemos que nuestra vocación humana
consiste en vivir como hermanos tuyos,
arraigados y cimentados en el amor,
un amor que es existir para los demás,
poniendo la vida a disposición de los hermanos,
sin miedo de renunciar al propio egoísmo.
Ayuda, Señor Jesús,
a todos los que formamos parte de la Iglesia
y nos proponemos vivir
siendo tus hermanos y hermanas,
para que seamos continuadores de tu misión
de ser reflejo del amor del Padre,
de vivir en comunión con él,
de ser capaces de compadecernos
y de estar al lado de los que sufren
y de los que son maltratados
en su dignidad humana y de hermanos tuyos,
hijas e hijos del mismo Padre.