Surribas Dot, Francesc Xavier

Fechas
Nacimiento: 
7 de noviembre de 1909, en Torelló (Barcelona)
Profesión religiosa: 
11 de febrero de 1926
Ordenación sacerdotal: 
21 de mayo de 1932
Martirio: 
26 de julio de 1936, en Lérida

He aquí el testimonio de Pepeta, la hermana del mártir, corroborado por otros muchos testigos.

Mi hermano Francisco Javier Surribas nació en Torelló el 7 de nov. de 1909. En su infancia se distinguió tanto por su docilidad, inocencia y trato cariñoso que era apreciadísimo de todos, y mi madre decía frecuentemente que era el más bueno de todos sus hijos, y siendo monaguillo de la parroquia, en la que se decían muchas misas, siempre aceptaba con gusto ayudar aun las que no le tocaban, por rehuirlas los compañeros.

Sus padres se llamaban Jaume Surribas Bugons y Maria Dot Sala. De los seis hijos del matrimonio, sobrevivieron tres: Pepeta, Lluís y Francesc Xavier, que fue bautizado al día siguiente de su nacimiento. Jaume y Maria formaban un matrimonio ejemplar y digno de imitación para matrimonios cristianos. De ejemplares costumbres y acendrada religiosidad, y con escasos bienes de fortuna, en comparación de las dotes morales con que les colmó Dios.

Francesc perdió pronto a su padre. Su madre, viuda, cuidó esmeradamente de sus hijos que heredaron de ella una acendrada piedad, cultivada también por el párroco de Torelló, Mn. Ramon Pladesala que moriría mártir.

Un compañero de infancia describe a Xavier como de temperamento muy sereno, franco y apacible, de una bondad y condescendencia poco natural en niños de corta edad. Quieto y dado a la lectura de libros piadosos, y aficionado a las funciones litúrgicas, que prefería siempre a los juegos infantiles.

A los once años entró como postulante o seminarista claretiano en Vic. Con ocasión de las fiestas de navidad escribió a su madre una carta que tenía mucho de sermón y que explicaba:

Aquí hacemos un Belén muy grande y cantamos en la capilla. Vamos mucho a paseo y muy lejos a veces. Nos levantamos a las 6. Mi hermano me escribió que está muy bien de salud y yo también, g.a D. y supongo que Vds. también lo están. Les deseo felices Pascuas de Navidad a todos los de la familia. Que Dios les bendiga y nos veremos un día en el cielo.

Añade a su firma las siglas C.M.P. Postulante del Corazón de María. Pronto cambiaría la P. por la F. de Filius, hijo. Felicitó también a su madre en la fiesta de la Asunción de 1922:

Muy querida madre: La felicito por el día 15 de Agosto, Fiesta de la Asunción, porque es su santo. Aquí en este Colegio hacemos una fiesta muy grande en este día.

Y le da noticias de su hermano Lluís que está bien de salud y que está aprobado para profesar el día 15 de este mes. Y añade: Me ha dicho que está muy contento al saber que ha de profesar pues que después se llaman Hijos del C. de María y es un acto solemnísimo.

En adelante se firmaría C.M.F. Y termina: Rueguen mucho a Dios para que me haga un buen Misionero y así pueda convertir muchas almas. Su hermano Lluís profesó efectivamente el 15 de agosto de 1922. No gozaba de buena salud, de modo que más adelante perdió un curso por enfermedad.

En la Asunción de 1923 le escribía también desde Vic:

Ya ha llegado una ocasión para felicitarle: El gran día de la Asunción. Nosotros hacemos también una fiesta muy grande pues es nuestra Madre. Deseo que pase Vd., Sra. Dot i toda la familia este santo día, que sea feliz tanto en lo espiritual como en lo corporal. Aquí cantamos cánticos y mil otras cosas. Yo estoy muy bien G.a D. y mi hermano se va poniendo mejor. Paso muy bien las vacaciones. Tenemos una hora de clase por la mañana y por la tarde vamos a paseo.

En las navidades de 1923 felicitó a su madre, a su hermana y a la abuela.

Yo estoy bueno y contento G. a D. Supongo que mi hermano también. ¡Oh qué días! ¡Cuán divertidos, alegres y risueños! Todo es cántico y recreo. Aquí hacemos un belén grande y bonito. Hay fuego en la cabaña de los pastores. Hay casa, fuentes.

Y en la posdata aprovecha la ocasión para lanzar el anzuelo: Si alguno de los monaguillos quiere venir para ser Misionero podría venir que le enseñaría las cosas en estos días.

Después del año de noviciado, profesó por vez primera en Vic el 11 de febrero de 1926 y al día siguiente se trasladó a Solsona para estudiar la filosofía. Y felicitaba a su madre el año nuevo de 1927:

 Muy querida madre: Feliz circunstancia me pone en la posición de escribirle, para demostrarle una vez más mi filial cariño, para con V. que bien merecido tiene el amor de mi corazón. Les deseo para V. y mi hermana un feliz año, en el cual reciban toda suerte de gracias ya espiritualmente, ya corporalmente.

Después de la filosofía cursó los estudios de teología correspondientes, pero ya no se conserva más correspondencia suya. El 21 de mayo de 1932 recibió la ordenación sacerdotal.

Pasó el año 1933-1934 en Aranda de Duero (Burgos) para vivir el año previo al primer destino de los nuevos misioneros. Desde allí escribió al Rmo. Nicolás García una carta preciosa el 6 de febrero de 1934.

Rmo. P. Nicolás García, C.M.F.

Rmo. y amado Padre: Leyendo los últimos Anales he sentido nuevos deseos de colaborar al bien de las almas en tierras chinas.

Hace cosa de 1 año que ya abrigaba esta santa ilusión y ahora revive más acariciada al ver el interés con que el abnegado P. Fogued y P. Alfajeme piden PP. jóvenes a lo menos 2 ó 3 para dilatar su acción misionera en el Celeste Imperio.

Hallándome, pues, en el año de Aranda, preparatorio a mi primer destino me ofrezco a S. Rma. para expedicionario a China. Con ello contribuiré al engrandecimiento de la Congregación y al fin primario de la misma, esto es, a la salvación de las almas de todo el mundo, sin exceptuar razas, lenguas y mirando sólo la gloria de Dios y prosperidad del Instituto.

De V. Rma. afmo. hno. y último de sus súbditos q.s.m.b.     

                                               Javier Mª Surribas C.M.F.

Pero el P. Xavier no fue escogido para la misión de China. En 27 de abril del mismo año, escribió al recién elegido superior general Rmo. P. Maroto con una petición muy concreta y de mucho interés para él:

Con toda humildad y sumisión me dirijo a V. Rma. para impetrar de su amabilidad una gracia y es: Acercándose mi partida de esta de Aranda de Duero para mi Provincia de Cataluña y celebrándose en Vic el Triduo de la Beatificación del P. Fundador a mediados de Mayo, desearía, si a V. Rma. le parece conforme, asistir a tan solemnes fiestas religiosas, como van a tener lugar en la Casa-Madre de la Congregación.

 

No tenemos constancia de que pudiera realizar este deseo.

Sus compañeros de carrera y de comunidad dan testimonio del carácter y modo de ser de Xavier Surribas Dot. Así el P. Ferran Carrera escribió:

Entre sus dotes intelectuales sobresalía por su memoria rápida. Era piadoso y observante, con un corazón de madre para con sus compañeros. Ejercimos juntos el ministerio en La Selva del Camp, tenía una gran facilidad de palabra y en dicha villa nos cogió la revolución del 36.

Y su condiscípulo P. Pius Tamarit afirma:

Era la bondad y sencillez personificada, de un carácter infantil y de un talento verdaderamente extraordinario, siendo su característica la abnegación a favor de los demás.

El 15 de julio de 1936 el P. Surribas había de salir a predicar a diferentes poblaciones con el P. Ferran Carrera que escribe:

El P. Surribas y yo nos abrimos mutuamente la corona [clerical], como testimonio de que no teníamos miedo a la revolución. El llevarla abierta fue la causa de su muerte al entrar en la ciudad de Lérida, según después se supo.

Tuvieron más valor que prudencia, pues como dejó escrito el P. Ferran:

En la casa de nuestra residencia ya preveíamos un asalto de la horda, por lo cual ya de antemano habíamos puesto en salvo las cosas de más peligro.

El todavía estudiante Marcelino Bertolín dejó el testimonio de estos días de persecución:

Al P. Surribas ya le había conocido anteriormente y al estallar el Movimiento estábamos los dos en Selva del Camp, de donde salimos todos, Padres y HH., el 21 de julio, porque nos habían avisado que iban a asaltar la iglesia; y como vimos por la noche que ya la habían incendiado, con el P. Surribas y el estudiante José Costa nos dirigimos a Almoster y anduvimos huidos unos días hasta que pudimos coger el tren en Picamoixons desde donde el P. Surribas hubiera podido dirigirse a Vic que era su patria, no habiéndolo hecho por no dejarme a mí y para que corriéramos la misma suerte, dirigiéndonos a Lérida con el pase proporcionado por el comité de Picamoixons; ya nos avisó un ferroviario que se nos conocía que éramos sacerdotes o algo así, advirtiéndonos que nos separáramos al llegar a Lérida. A pesar de ello, al descender del tren separadamente, se levantó un gran murmullo entre la multitud que esperaba. A mí me quitaron la boina para ver si llevaba corona clerical y como la tenía disimulada, después de mirarme las manos que estaban ya algo encallecidas por andar por el bosque, me condujeron a la Generalidad y desde allí a la cárcel. Cuando estábamos en Almoster el P. Surribas, por consejo del anciano Cura, fue a salvar el Smo. reteniéndolo y comulgando hasta que se terminaron las Sagradas Formas.

Mientras el Sr. Bertolín ingresaba en la cárcel, el P. Xavier tuvo que afrontar la muerte casi inmediatamente, según testigo presencial:

Uno de los primeros días después de estallar la revolución de julio de 1936, a eso de las 12 y media llegó el tren de Tarragona por primera vez después de la revolución. Habiéndome asomado a una puerta que teníamos abierta, vi que dos jóvenes armados conducían brazos en alto a un hombre de estatura regular, que vestía un traje de color marrón, ligeramente rayado de blanco y con una boina metida en un bolsillo de la americana. Le hicieron acercar a la reja de la casa donde habitábamos, que aún subsiste y empezaron a sonar los pitos para que se alejara la gente. En este momento advertí que se acentuaba el descoloramiento del rostro que ya había observado cuando le conducían e inmediatamente me retiré, oyendo seguidamente repetidos disparos. Posteriormente vinieron a encontrarnos algunas personas diciéndonos que nadie había lavado la sangre y mi marido salió con un cubo de agua para hacer desaparecer el rastro de sangre. Más tarde se supo que el asesinado era el P. Francisco Javier Surribas Dot.

Otro testigo completa el relato:

Y al llegar al final de la Rambla de Fernando, me vi sorprendido al sentir unos gritos de alarma y en lo que vi, comprendí que era la consigna para que se apartasen los curiosos y así poder actuar con más energía contra los ministros de Dios, que allí vi el odio que sentían, acorralando hacia la pared y en la misma puerta del Hotel Cuatro Naciones a un hombre de unos 27 años aproximadamente, que cayó desplomado ante unas descargas que un grupo de pistoleros de la C.N.T. y F.A.I. y P.U.M. le disparó. Cuando estaba tendido en el suelo, me acerqué y también observé que llevaba alpargatas negras, en las cuales, decían los pistoleros que llevaba media cédula y decían que era religioso. De público se comentaba que el Siervo de Dios antes de matarle y al entrar en la ciudad, le habían quitado la gorra por ver si llevaba corona y efectivamente así era, y por esto lo asesinaron en el acto.

La familia intentó trasladar los restos de Xavier a un lugar digno. Fue imposible: en la fosa común yacían al terminar la guerra civil unos 700 cadáveres amontonados.

Pepeta, la hermana del P. Xavier, guardaba en casa un precioso recuerdo suyo:

En nuestra casa tenemos como preciada reliquia el crucifijo de misionero que su Superior P. Joan Serra hizo llegar a nuestras manos, después de haberlo recogido de unas barracas en que se había refugiado mi hermano y dos estudiantes que con él iban; recomendándonos el P. Serra que tuviéramos mucha devoción a este Crucifijo porque podía hacer muchos milagros. Efectivamente le tenemos en un aposento de nuestra casa, en una capilla que utilizaba de niño el P. Xavier en sus juegos religiosos que eran sus preferidos en su infancia. El Crucifijo es visitado muy frecuentemente y en mi pueblo se le tiene mucha devoción, recibiéndose por él gracias espirituales y temporales, muchas de las cuales se atribuyen a la intercesión del P. Javier.