José, esposo de María,
debido a la misión que Dios te confió
y que tú cumpliste con toda fidelidad,
los creyentes siempre te hemos considerado
como alguien entrañable de nuestra familia.
Nos cautivan tu discreción y silencios:
el evangelio empieza a hablar de ti
cuando María espera un hijo
y deja de hablar de ti cuando Jesús cumple doce años.
Eres ejemplo de persona que confía en Dios
y en su palabra, y se coloca a su servicio
superando la duda, la vacilación y el miedo.
Eres modelo de persona que no quiere figurar
ni “hacer carrera”, sino estar siempre
dispuesto a servir y a arriesgarse por los demás.
Te damos gracias y alabamos a Dios por eso.
Te pedimos que prosigas tu misión
intercediendo por todas las familias,
especialmente por las que tienen miedo
de asumir un compromiso serio
o que atraviesan graves dificultades.
Ruega por los que han recibido la vocación
de servir a la familia de la Iglesia
como sacerdotes o diáconos: que acojan
esta llamada con corazón abierto y generoso,
dejándose guiar siempre por la palabra de Dios.
Y ruega también por toda la Iglesia,
que es tu familia y nuestra familia,
que jamás sienta miedo de ser fiel a Jesús
y aprenda de ti la capacidad
de estar siempre en actitud de servicio.