Padre, danos la sabiduría de los sencillos:
la de los pastores y la de los magos.
La sabiduría de quien busca, de quien confía,
de quien sabe leer los signos de tu presencia
en las estrellas i el espacio infinito,
en las personas,
creadas a tu imagen y semejanza,
especialmente en el gran signo de tu Hijo,
nacido pobremente.
Danos, Padre, hoy especialmente,
la sabiduría de los niños,
su ilusión y capacidad de sorpresa
ante los regalos de los Reyes.
Te pedimos que vayan descubriendo
el gran regalo que es tu Hijo.
Libéranos de la sabiduría
de los entendidos como Herodes
o los sacerdotes y grandes letrados que,
pese a disponer de todo tipo de conocimientos,
son incapaces de descubrirte en tu Hijo,
o, aún peor, te ven como un rival
para sus ansias de poder.
Ayuda a tu Iglesia
a dialogar con quienes buscan,
a encarnarse en todas las culturas,
a valorar y acoger sus aportaciones,
así como las aportaciones
de las diversas religiones.
Haz que vivamos la comunión en la gran riqueza
de la diversidad de acentos y tradiciones.