Gracias, Señor, por María de Nazaret,
por su docilidad,
por creer lo que parecía imposible,
por vivir de acuerdo con lo que creía.
Gracias por José, su esposo,
por enseñarnos a confiar,
a menudo sin entender,
por disfrutar del proyecto de vida
que Tú le habías preparado,
por hacer de padre de tu Hijo.
Gracias por Jesús,
un niño,
un adolescente,
un joven,
que vivió con sus padres
como cualquier otro hijo.
Experimentó la condición humana
en las tareas cotidianas,
en el día a día de su hogar,
en el taller,
en la convivencia con sus vecinos.
Gracias por la Sagrada Familia de Nazaret,
María, José y Jesús,
porque nos enseñan a darnos cuenta
de que nuestra familia es sagrada,
porque, a pesar de nuestros defectos,
Tú te haces presente en ella.
Te pedimos saber seguir su ejemplo,
confiar en Ti en todo momento,
no desanimarnos ante las dificultades
y dejarnos guiar por la fe.