Jesús, en esta Navidad quisiera ponerme
ante el belén o ante el evangelio abierto
y escuchar qué me dices a través de ellos.
Ante todo me pregunto qué somos para ti
los seres humanos, o qué valor nos confieres
al querer hacerte uno de nosotros.
El belén y el evangelio me hablan
de la pobreza que viviste desde el nacimiento
hasta la sepultura, y de tu amor a los pobres.
Me hacen sentir admiración por María y José
luchando para sacar adelante aquella familia.
Y por los pastores que, al escuchar el anuncio,
lo dejan todo y van a encontrarte a ti,
que has venido como Luz en nuestra noche.
Me siento invadido y cautivado por la alegría
y la paz que respira toda la escena,
sin duda porque tú eres nuestra paz.
Quisiera también que esta contemplación
no me deje indiferente, sino que me contagie
la alegría y la paz que viniste a traernos;
la fidelidad de José y María por cuidar de ti
y ayudarte a crecer en todos los aspectos;
la presteza de los pastores para ir a Belén.
Y sobre todo me contagie el amor y solidaridad
que tu nacimiento expresan.
Que no viva indiferente a tu presencia
en el mundo y en cada mujer y hombre
a quien tú valoras y acoges como hermanos.
Si tú te hiciste nuestro hermano,
eso es exactamente lo que debemos hacer
los que deseamos ser cristianos.