Te agradecemos, Señor Jesús,
por el profeta Juan
que te preparó el camino;
te agradecemos también por los profetas de hoy,
hombres y mujeres que con su vida
nos indican caminos para vivir la fe.
Haz, Señor, de todos los cristianos
un pueblo de profetas,
personas apasionadas por tu amor
y para servir a tu pueblo,
personas que, con la propia vida, hablen de ti;
que el Espíritu Santo que viniste a traernos
nos haga ser audaces y creativos
para vivir y anunciar el Evangelio.
Que Adviento no sea apenas preparar la Navidad,
sino especialmente preparación de un mundo
según tu voluntad, más justo y humano,
más fraterno y menos violento;
que tengamos la paciencia y constancia
de no desanimarnos en los fracasos
y que cuando las cosas van mal
no nos limitemos a dar la culpa a los demás,
sino que nos preguntemos sinceramente
qué podemos hacer para mejorarlas.
Que la Iglesia y cada uno de nosotros
sepamos aprender la austeridad de Juan Bautista
que hacía de él una persona libre
ante el dinero y todos los poderes;
y que aprendamos también a actuar
con un corazón de madre
que consuela y habla al corazón.