Domingo de Pascua de Resurrección

Ciclo y fecha
Cicle: 
B
Temps: 
Pascua
Data : 
Domingo, 31 Marzo 2024
Renuevas nuestra vida y nos llenas de esperanza

Señor Resucitado,
gracias porque, como escucharon las mujeres
la mañana de Pascua,
tú vas por delante de nosotros.

Gracias por tantos signos de esperanza
y de vida auténtica que podemos ver cada día
como fruto de tu amor y de tu presencia
y la del Espíritu Santo en el mundo:
haz que sepamos descubrir y valorar.

Gracias porque con la fuerza de tu Pascua
renuevas nuestra vida, nos llenas de esperanza
y nos dices que vale la pena dedicar la vida
a ser discípulos y anunciadores de tu Evangelio.

Gracias por los testigos que vemos cada día
y que nos hablan de ti: mujeres y hombres,
ancianos, adultos, jóvenes y niños
que viven la fe con alegría y coraje,
que dan sentido a la propia existencia
y contagian el gozo profundo
del Evangelio y la Resurrección.

Gracias porque tu Iglesia
no se cansa de fijar en ti sus ojos
y de encontrar en ti y en tu palabra las razones
de su existir y de estar presente en el mundo.

¡Gracias, Señor Resucitado!

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Reconocer hoy su presencia

Muchas veces, Señor,
hemos sentido envidia santa
de los discípulos que te acompañaban:
ellos escuchaban tus palabras,
hablaban contigo como a un amigo
se sentaban a la mesa a tu lado,
y –sobre todo, una vez resucitado-
te podían ver, escuchar y tocar. 

Si sentimos envidia santa
ss porque hemos olvidado
que a partir de la resurrección
has cambiado tu forma de presencia
en medio de nosotros. 

Ahora ya no estás codo con codo
en medio de discípulos privilegiados
como uno más de una lista de amigos,
ahora estás presente y te encontramos
en el corazón de todos y cada uno
de los hermanos y hermanas de hoy. 

Cámbianos la mirada, Señor,
para que nuestro corazón y nuestra fe
aprendan a reconocer las pistas
que has dejado de tu nueva presencia:
el Pan partido y la Palabra,
el pobre y los hermanos…

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Que nuestro modo de vivir y actuar sea el mayor testimonio de tu Presencia

Señor, celebramos tu resurrección
y tenemos presente que estás vivo
y que nos envías a transmitir
el mensaje de paz y reconciliación.

Señor, no podemos
convencer a nadie de tu resurrección.
No tenemos prueba alguna.
Que nuestro modo de vivir y actuar
sea el mayor testimonio de tu Presencia.

María Magdalena no te reconoció.
Te confundió con el jardinero.
Tampoco nosotros
sabemos descubrirte entre las personas
que has puesto a nuestro lado.
Ábrenos los ojos, Señor.

Señor, en nuestro corazón
hay alegría y dolor;
En nuestro rostro, sonrisas y lágrimas.
Así es nuestra realidad terrena.
Hoy celebramos que has resucitado.
Estás vivo y caminas con nosotros.
Por eso cantamos y caminamos,
con la mirada puesta en el Cielo,
fieles a nuestro compromiso en este mundo.

Feliz Pascua de Resurrección.
Que estos días sean días de descanso
y encuentro con familia y amigos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Tú vas por delante de nosotros en la vida diaria

Señor Resucitado, gracias porque,
como escucharon las mujeres la mañana de Pascua,
tú vas por delante de nosotros en la vida diaria,
en la evangelización del mundo
y en la misión de ser tus testigos.

Gracias por tantos signos de esperanza
y de vida auténtica que podemos ver cada día
como fruto de tu amor y de tu presencia
y la del Espíritu Santo en el mundo:
haz que los sepamos descubrir y valorar.

Gracias porque con la fuerza de tu Pascua
renuevas nuestra vida,
nos llenas de esperanza
y nos dices que vale la pena
dedicar la vida a hacer el bien y a servir,
a ser discípulos y anunciadores de tu Evangelio.

Gracias por los testigos que vemos cada día
y que nos hablan de ti: mujeres y hombres,
ancianos, adultos, jóvenes y niños
que viven la fe con alegría y coraje,
que dan sentido a la propia existencia
y contagian el gozo profundo
del Evangelio y la Resurrección.

Gracias porque tu Iglesia
no se cansa de fijar en ti sus ojos
y de encontrar en ti y en tu palabra
las razones de su existir y de estar presente en el mundo.

¡Gracias, Señor Jesús Resucitado!

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Nos invitas a encontrarte en la comunidad

“Se han llevado al Señor fuera del sepulcro
y no sabemos dónde lo han puesto”.
¿Dónde han puesto el gozo de vivir
y la confianza en la humanidad?
¿Dónde se ha metido la esperanza
en un  mundo mejor,
dónde están la paz y la justicia?
¿Queda algún paraíso perdido
que lo sea de verdad?

“No está aquí. Ha resucitado
tal como predijo”.
Aún no te hemos visto, pero notamos el paso
de la nostalgia a la ilusión,
del miedo al vigor, del pesar a la alegría.

“Él os precederá a Galilea. Allí lo veréis”.
Sí, la vida cotidiana, los ambientes,
de la familia, el trabajo, los vecinos, la parroquia
resplandecen con nueva luz,
vibran con una armonía más clara
cuando intuimos en ellos tu presencia
y nos invitas a abrazarte en el pobre
y a encontrarte en la comunidad.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Lo que él empezó tenéis que seguirlo vosotros

La piedra es muy grande.
¡Son tan pesadas las losas que nos recluyen
en un mundo cerrado, de ambiente enrarecido,
corrupto, oscuro, enfermizo!

A veces parece que no se puede hacer nada.
El mundo es demasiado complicado,
todo está demasiado podrido.
¿Quién podrá insuflar aire puro
y llenar de luz la espesa tiniebla?

No temáis. Ha resucitado.
Basta de lamentos. Tenéis una misión.
Id a buscar a los hermanos.
Volved a Galilea: lo que él empezó
tenéis que seguirlo vosotros
en su nombre y con su espíritu.

Aquí nos tienes, Señor Jesús,
como aquellas mujeres, perplejos y contentos,
temblorosos y exultantes,
habitados por una vida nueva que viene de ti
y que quiere llegar
a todos los rincones del mundo.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Gracias por abrirnos las puertas de una vida nueva

¡Quién nos lo iba a decir:
lo que tenías preparado supera
todas nuestras expectativas!

Quisiéramos un salvador para nuestros pequeños problemas,
un médico que nos cure de las enfermedades,
un benefactor que nos dé de comer,
un profeta que nos anime a seguir adelante,
un sabio que nos libre de nuestros entuertos,
un amigo que no nos abandone.

Pero, Tú, Señor, nos has dado mucho más que todo esto.
Nos has abierto las puertas de tu corazón,
para que penetremos en la intimidad de tu vida con el Padre.

No podemos imaginar la grandeza
de la vocación a la que nos has llamado.
Nos quedamos en los detalles
sin ver el alcance
de tu plan de salvación.
¡Qué grande eres, Señor!
¡Qué amor tan inmenso nos tienes!

Gracias por dar la vida por nosotros
y abrirnos las puertas de una vida nueva
mucho mayor que cualquiera de nuestros sueños.

¡Cristo ha resucitado! ¡Al·leluia!
Esta es nuestra fe y nuestra esperanza.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret