Señor, deseamos inmensamente,
instintivamente, la felicidad
y a menudo la buscamos
allí donde nuestra sociedad nos la presenta
con su publicidad, sus modelos…
Son felices quienes escalan
a los primeros puestos,
quienes consiguen mejores ingresos,
los más seguidos en las redes sociales,
los que pueden permitirse
vivir en casas lujosas
y disfrutar de unas buenas vacaciones,
las grandes estrellas del deporte, la música,
los que tienen éxito en los negocios.
Ante esto tu propuesta de felicidad
es muy contracultural, va a contracorriente.
Cuesta entender que la felicidad
pueda hallarse en la pobreza de espíritu,
la búsqueda de la paz y la justicia,
la honestidad de corazón…
o que proclames felices a personas que sufren,
que son perseguidas por causa de la justicia…
Ayúdanos a entrar en tu lógica,
a percibir la vanidad que hay
detrás del éxito, la riqueza, el poder;
a experimentar que es mucho más profunda
la felicidad que se produce cuando nos damos,
perdonamos, servimos, cuando somos pobres,
sencillos, humildes de corazón,
abiertos a Dios y al prójimo.