Gracias, Señor, porque sales a nuestro encuentro
cuando estamos cansados
de tantos esfuerzos inútiles.
Bien sabes, Señor, que muchas veces
nos creemos tan grandes que lo podemos todo,
pero no hacemos más que dejarnos la vida,
la salud y el tiempo
en afanes que, lejos de ti,
solo nos llenan de vacío y de fracaso.
Sabes que quizás pasamos demasiadas noches
echando las redes,
convencidos de que con eso basta,
pero olvidamos que hay que hacerlo
en tu nombre.
Sin ti, la luz no se vislumbra
y empezamos el día
cansados y vacíos de esperanza.
Gracias, Señor, porque sales a nuestro encuentro
y nos sacias con tu presencia
de pan, luz en el corazón
y una tarea confiada que nos recuerda
que se trata de seguir lanzando las redes,
pero en tu nombre.
Gracias, Señor, por confiar en nosotros
e invitarnos sencillamente, con tu estilo,
a una mesa compartida
con los que también han estado trabajando
toda la noche
y regalarnos así el gozo de sentirnos
en comunión, hermanos.