El P. Benjitu celebra su 30 cumpleaños en el pueblo de sus padres

20/08/2013

(Extracto de un comunicado del P. Màxim Muñoz, Provincial de los Claretianos de Cataluña)

He participado en la "primera misa" del P. Benjitu a Liquiçá, el pueblo donde vivían sus padres antes de verse obligados a ir a Indonesia debido a la guerra con Timor Oriental.

Fue el día 7 de agosto, día precisamente en que Benjitu cumplía 30 años. Liquiçá está a una hora en coche de Dili, aproximadamente. Nos desplazamos un buen grupo de Claretianos y de laicos de nuestras parroquias. Como se suele hacer, me hicieron el recibimiento en una casa cercana a la de la familia de Benjitu. Estaban su madre y tres hermanas, tíos y otros familiares. Bejitu iba con un traje tradicional. De allí nos desplazamos hacia la Parroquia de Sao Juan de Brito, donde nos esperaban dos miembros de lo que podemos llamar la "tribu" a la que pertenece la familia de Benjitu, rodeados de un buen grupo de personas mayores y otros jóvenes también con trajes tradicionales. Tuvo lugar una especie de ritual de acogida y presentación de Benjitu en la Iglesia por medio de palabras, cantos y música.

La Misa, presidida lógicamente por el P. Benjitu, fue concelebrada por 11 claretianos y el rector de la Parroquia, un diocesano muy simpático. Fue prácticamente toda rezada, con buenos cantos, como no podía ser de otra manera en estas tierras, animados por un magnífico coro.

La Iglesia estaba llena a rebosar. Calculé unas 600-700 personas. La homilía Benjitu la pidió al P. Manuel, superior de la comunidad de Dili y delegado claretiano por la parte de Timor Oriental. También estudió en Roma y por lo tanto nos podíamos entender perfectamente en italiano. Al final de la misa dijo unas palabras el representante de la familia de Benjitu, un servidor y el rector de la Parroquia. La eucaristía terminó con una bendición especial, esta vez sólo a la familia y en silencio, con las manos extendidas, y con la imposición de la "estola" de bienvenida a Benjitu.

Finalmente, llegamos a la carpa donde se había preparado la fiesta para la primera misa de Benjitu. Todo estaba dispuesto con mucho gusto: la presidencia, las diversas mesas con la comida... La celebración comenzó con unas palabras mías, del rector de la Parroquia y del P. Benjitu. Después se bendijo la mesa, pero antes de empezar la cena, brindis con cava e hicimos el ritual, Benjitu y yo, de apagar las velas que delataban nuestra edad y partir el pastel. Después ya pasamos por la mesa donde estaban las bandejas con la comida abundante y buena para ponernos en el plato lo que cada uno quería.

 

Sólo me queda agradecer a Dios esta oportunidad de conocer de cerca nuestros hermanos de Japón e Indonesia y Timor Oriental y de agradecer también la muy extraordinaria acogida fraterna que he recibido por parte de las diversas comunidades donde me han acogido, y de forma muy especial la acogida y estimación de las familias de Dion y Benjitu.