Señor, queremos cumplir tus mandamientos
y amar a nuestros hermanos.
Nuestro hombre viejo se resiste a hacerlo,
solo piensa en sí mismo.
Danos tu amor para amar a los demás,
que tu ejemplo nos sirva de inspiración.
No queremos hacer caso de las voces
que acusan a nuestros hermanos,
renunciamos a verlos
como nuestros adversarios.
Transforma nuestro corazón de piedra en un corazón de carne,
haz nacer dentro de nosotros el hombre nuevo capaz de amar.
Que tu Espíritu encienda el fuego de tu amor.
Gracias por dejarnos tu mejor herencia,
por mostrarnos tu relación amorosa con el Padre,
por compartir con nosotros tu don más preciado.
Tu amor ha vencido a la muerte,
ha curado la desconfianza
que nos separaba de nuestro prójimo.
Si amamos, te harás presente entre nosotros
y tu salvación alcanzará de un extremo a otro de la tierra.