San José, esposo de la Virgen María

Ciclo y fecha
Cicle: 
C
Temps: 
Santoral
Data : 
Sábado, 19 Marzo 2022
Reconocemos a san José en su silencio y su amor incondicional

Gracias, Señor,
por la vida discreta y fecunda de san José.
Los evangelistas le dedican pocas líneas,
pero lo reconocemos en su silencio
y su amor incondicional.
Se adelanta a los problemas
y toma las decisiones necesarias
para facilitar así la vida de los suyos.

Tener cuidado del próximo,
velar por los que amamos,
no huir ante los peligros,
abrir caminos a la esperanza,
construir un hogar,
regalar con generosidad
el calor necesario para vivir en familia…
son proyectos a los que todos estamos llamados.
Y encontramos en san José
el modelo de la valentía creativa
tan necesaria para ser continuadores
de tu obra creadora.

Nos hacen mucha falta modelos de vida
como el suyo;
gente común, alejada de todo protagonismo,
ejerciendo la paciencia,
sembrando corresponsabilidad
con una generosidad
que no espera más respuesta
que el bien del otro, su felicidad.
Y es como, sencillamente,
nos hacemos colaboradores
de tu reino, comprometidos con el mundo,
sembradores de esperanza.

Gracias, Señor, por la vida
de tantos hombres y mujeres,
que discretamente, sin salir en las noticias,
hacen el bien con diligencia y alegría,
luchan por la justicia y tratan
con ternura y respeto a todo el mundo.
Personas que cuidan del entorno,
y trabajan con la audacia necesaria
que requiere cada situación
porque aman de verdad tu proyecto de salvación.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Que aprendamos de José a ser personas de fe

Señor Jesús, te damos gracias 
porque, como tú, nuestra familia 
puede gozar de la presencia 
y la sabiduría de san José,
el hombre justo, honesto y valiente 
que, junto con María, te cuidó y te acompañó
en los primeros pasos de la vida,
formando tu personalidad y preparándote
para la misión que el Padre te había dado.

Que aprendamos de José a ser personas de fe,
nada aferrados a las seguridades humanas,
sino llenos de confianza en la palabra 
y el proyecto de Dios para cada uno.

Que seamos amantes del trabajo bien hecho,
propio de todo artesano que ama el oficio,
y valoremos el mejor trabajo de José, 
que fue el de educador y responsable de la familia;
que no nos dé miedo ser hombres y mujeres
de fidelidad silenciosa y discreta.

Que las virtudes y cualidades de san José
se contagien a nuestra familia 
eclesial y humana 
y hagan crecer a ambas.

Señor Jesús, 
tú que dijiste tantas veces
a tus discípulos: 
“¡no tengáis miedo!”,
haz que tu familia 
que es la Iglesia
sepa escuchar y vivir 
esta invitación como la vivió José de Nazaret
cuando el ángel le dijo: “¡no tengas miedo!”

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Que sepamos vivir en el gozo la disponibilidad al plan de Dios.

Todos los hijos adolescentes
dejan perplejos a sus padres.
«¿No sabíais que yo sólo podía estar
en casa de mi Padre?»
Esta respuesta de Jesús a los doce años,
que todos podían considerar
una salida de tono, fue para ti, José,
la feliz confirmación del sueño del ángel.

Sí, Jesús ya sabía quién era,
y en tu silencio te alegraste,
quizás tanto como María en el Magníficat,
de los doce años de fidelidad y confianza
vividos con María y con Jesús,
doce años dedicados a acoger el plan de Dios,
tan distinto y tan superior
al que tú y María habíais imaginado.

Sé tú, José, nuestro patrono
para que sepamos vivir en el gozo
de tu silencio discreto,
de tu fidelidad confiada,
de tu disponibilidad al plan de Dios.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Vivir atentos a tu Palabra

Nuestro corazón te agradece, Señor,
por san José
y por tantas personas que, como él,
viven atentas a tu palabra
y dispuestas a practicar
lo que les das a conocer,
con sencillez y sin ruido,
pero con fidelidad a toda prueba.

En la fiesta de hoy
-pequeña anticipación de la Pascua-
queremos pedirte
que nuestra comunidad eclesial
tenga, como José de Nazaret,
la misma capacidad
de escuchar tu palabra,
la apertura de corazón para
aceptarla y creer en ella
y la decisión firme
de ponerla en práctica.

Que tu Iglesia, Señor,
sepa confiar más
en tu amor y en tu fidelidad
que en las propias fuerzas
o en los cálculos humanos.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret