Domingo II del tiempo ordinario

Ciclo y fecha
Cicle: 
A
Temps: 
Tiempo ordinario
Data : 
Domingo, 15 Enero 2023
Lo que realmente representas para cada uno de nosotros

Señor Jesús,
tú preguntaste un día a tus discípulos
«¿Quién dice la gente que soy yo?»,
y de forma más directa:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Desde entonces la gente y cada uno de nosotros
hemos intentado con varios nombres
expresar el misterio de tu persona,
aunque ninguno de ellos
puede expresarlo plenamente.

No nos pides ninguna respuesta
aprendida del catecismo,
sino una que nos salga del corazón,
que responda a lo que realmente representas
para cada uno de nosotros,
como Juan Bautista:
«Yo lo he visto y he dado testimonio
de que este es el Hijo de Dios».
Él también te presentó como «el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo».
Nos impresiona esta confesión de fe.

No fuiste solo el buen pastor,
sino que también te identificaste
con nosotros, los corderos.
Y no solo te has hecho uno de nosotros,
asumiendo nuestra condición,
sino que has cargado con nuestro pecado,
has sido una víctima.

Pero tu inmensa capacidad de amor y de perdón
ha curado nuestros corazones perversos
y los ha abierto a la vida y la esperanza.
¡Gracias, Señor Jesucristo,
Cordero de Dios, Hijo del Padre!

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Señor, que sintamos la presencia de tu Espíritu

Señor, Juan nunca fue discípulo tuyo,
pero reconoció tu presencia
y no la escondió a sus seguidores.
Les animó a seguirte
y no se sintió menospreciado.
Que en nuestras relaciones laborales o familiares
ayudemos a crecer a los que nos rodean
y sepamos retirarnos a tiempo.

Que sepamos hablar bien de los demás.
Que en nuestras conversaciones, Señor,
digamos lo bueno que hemos visto
y seamos personas conciliadoras.
Que únicamente salga de nuestra boca
lo que ayude y haga el bien.

Señor, cargaste con nuestros pecados
cuando nos aceptaste
sin juzgar nuestras limitaciones.
Nos conoces y sabes que te fallamos
a ti y a los demás.
Nos conoces y sabes que a pesar de todo
deseamos hacer el bien.
Gracias por creer en nosotros.

Que ante el bien de los demás
sepamos descubrir tu presencia en el mundo.
No importa quien lo haga.
Lo importante es el bien.
Señor, que sintamos la presencia de tu Espíritu.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
El Cordero de Dios

Este nombre que te dio Juan Bautista
es tan extraño y tan rico, que no lo comprendemos plenamente.
Pero hay algo que sí vemos de inmediato:
que eres tú quien quitas el pecado del mundo;
quien, tomando sobre ti nuestros pecados,
has hecho que Dios los perdone y desaparezcan.

Cordero de Dios que nos amas,
sacrificado por amor de nosotros,
eres verdaderamente el Siervo de Dios
para la salvación del mundo.
No habrías podido servirnos mejor.

Gracias a ti,
Hijo de Dios, Siervo de Dios, Cordero de Dios,
nos sentimos y somos, efectivamente liberados.
Como cordero llevado al matadero, en silencio,
has realizado, al dar la vida, la obra más digna
de ser proclamada y predicada en todas partes.

El don que ofreces en Pascua, que nos renueva,
Es el bautismo en el Espíritu Santo.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Disponibles para hacer tu voluntad

Disponibles para hacer tu voluntad 
Dios y Padre nuestro, al eco del salmo,
queremos orar hoy reproduciendo las actitudes
que marcaron toda la existencia de Jesús:
“Aquí estoy, para hacer tu voluntad”.

Estoy y estamos disponibles, Padre nuestro.
Quiero y queremos decirte que puedes contar
conmigo y con nosotros, tanto Tú
como todos los que nos necesiten.

Te pido y te pedimos, Padre,
que esta actitud nos acompañe
durante el año que empieza y siempre.

Hazme y haznos realmente disponibles.
Disponibles para hacer tu voluntad.
Ayúdanos a preguntarnos cada día:
¿Qué quieres de mí? ¿Qué deseas de nosotros?

El padre siempre desea lo mejor
para sus hijos e hijas a los que ama.

Tú quieres que aceptemos tu amor
y vivamos en auténtica fraternidad;
que todas las personas tengan dignidad
y sean tratadas con verdadero respeto;
que las personas sean lo más sagrado
en todas las familias y sociedades.

Hazme y haznos, Padre, atentos
a descubrir tu voluntad en la vida
y en las ocupaciones de cada día.

Y dame y danos el coraje
de ponerla en práctica,
con alegría y llenos de tu Espíritu.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Has venido a asumir nuestros pecados

Cordero de Dios que cargas sobre ti
los pecados del mundo,
¿cómo vas a hacer en un mundo
que no está dispuesto
a reconocer ningún pecado?

Sí, entre nosotros hay personas
que gozan del privilegio
de llevar una vida bastante ordenada,
que pueden decir que procuran
no hacer daño a nadie ni a ellos mismos.

Ahora bien, si se examinan sin prejuicios
seguro que encontrarán signos de orgullo,
quizás de soberbia, de intolerancia,
de falta de generosidad,
de envidia o de pereza…
Nadie es perfecto.

Entre nosotros también hay vidas heridas,
almas marcadas, historias duras,
errores del pasado que han dejado cicatriz.
Tú no has venido a clasificarnos
en buenos y malos,
integrados e indeseables.
Has venido a asumir nuestros pecados
y regalarnos una nueva inocencia
que no es fruto de nuestras obras
sino de tu amor.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret
Juan el Bautista nos enseña a reconocer al Cordero de Dios

Queremos mirarte, Cordero de Dios,
para ver hasta dónde llega el amor
de Dios por nosotros.

Tú nos bautizas con el Espíritu Santo,
nos sumerges en el amor trinitario,
a fin de purificarnos,
de transformarnos,
de hacernos criaturas nuevas
cada vez más a imagen y semejanza del Creador.

Tú no quieres salvar únicamente a unas cuantas tribus,
por mucho que las aprecies;
quieres que tu luz llegue de un extremo a otro de la tierra.
Porque todos somos hijos de Dios y,
por tanto, destinatarios de tu salvación.

Hemos sido llamados a ser consagrados a Ti,
a ser santificados en Ti,
a vivir una vida
liberada del lastre del egoísmo
y de la autocomplacencia.

Gracias, Juan el Bautista, por atestiguar,
con tu vida y con tu palabra,
lo que has visto;
por ayudarnos a reconocer al Cordero de Dios,
por mostrarnos el camino del bautismo
para poder ser bautizados con el Espíritu Santo.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret